El otro día cai en la cuenta de que estamos en 2017.
A ver, que por supuesto sé en qué año estamos, lo que quiero decir es que estamos avistando el final de la segunda década del siglo y me parece que no hemos prestado suficiente atención a la primera, a esa que no sé nunca si llamarla «los años cero» o «los dosmiles» ¿Cual es el artista o artistas que definen la década pasada?
En los años sesenta el modelo a seguir fueron claramente Stan Lee y Jack Kirby. No solamente por la calidad de sus obras sino porque eran el referente para todo aquel que quisiera entrar en el mercado. Para un guionista prosa espesa y chispeante, y para un artista no había otra que emular a Jack. Sirva de muestra la primera página para la industria americana de Barry Smith. Poco prerrafaelismo.
Los años setenta los veo representados con las bizarras continuidades de Steve Englehart. Mucho viaje espiritual, psicodelia y epopeya. En los dibujantes posiblemente había más diversidad al desligarse del patrón Kirby, pero de quedarme con alguno, aunque poca escuela ha instaurado, sería con la majestuosidad acartonada de Jim Starlin.
Tengo más claro los referentes artísticos más claros de los años ochenta, a esos a los que tenías que parecerte para conseguir un puesto en la industria. Es la década de gente como John Byrne y George Pérez.
Con los años noventa llegó ROB! y se convirtió en un sinónimo de la época. Jamás un único artista consiguió definir tan claramente una estética, un mercado, una línea editorial y varios estudios de nuevos dibujantes.
Y llegamos a los dosmiles ¿quién es su autor de referencia?
Hay muchos destacables, sí, unos más molones y otros menos, y muchos con un estilo muy personal. Tanto que son difícilmente imitables y por tanto no sirven como referente directo a fusilar para labrarte un nombre y una carrera.
No hay entonces que mirar tan alto. Y es que la década pasada fue la de la clase media. O dicho de otra forma, si el representante de los noventa es ROB! es lógico que el paso siguiente sea empeorar.
Si hay que buscar un ejemplo a seguir para los artistas de la década pasada, en mi opinión ese sería Eddy Barrows.
Esta fotografía corporativa, anodina, en blanco y negro le retrata perfectamente. Eddy es un hombre de empresa, y aunque la mayor parte de su trabajo ha estado ligado a los Jóvenes Titanes, siempre está disponible para cubrir cualquier hueco de un par de números que se necesiten cubrir en DC, fiel a un estilo correcto y claro, aunque algo insulso y poco espectacular. Un ejemplo de la eficacia frente a la pirotecnia.
Un artista que te llena las páginas, con un dibujo resultón pero nada que impacte de por vida al lector. No te quemará las retinas con un fallo garrafal pero tampoco lo tendrás en tu olimpo particular. Lo más destacable es que el editor le pidió esas páginas para ayer y cumplió con la deadline. Dibujante. sí, pero ante todo currante.
Y un autor así ¿es un referente para alguien? rotundamente sí.
Lo es para todas las carretadas de artistas que se metieron en la industria haciendo páginas de relleno en especiales de eventos, historietas de complemento y series limitadas semanales de DC la década pasada.
Todos tenemos en mente aquellos títulos en los que la ristra de créditos se alargaba hasta los cinco o seis dibujantes para 22 páginas de historia. En los que Didio y Johns cambiaban de un día para otro la planificación editorial y había poco margen para rehacer páginas y se encargaban al primero que pudiera. A veces el margen de actuación era tan corto que ni siquiera aparecían correctamente acreditados en portada. Pero al mismo tiempo el salto de un artista a otro no era apenas brusco en aquellas páginas, pues todos tenían un estilo más o menos parecido y los entintadores se encargaban de acentuar todavía más la semejanza.
¿Y a quién se parecían todos aquellos artistas que surtían de páginas esos productos que DC colocaba cada semana en las librerías? yo digo que se parecían a Eddy Barrows.
Los habrá más espectaculares, pero también más lentos. Y cuando te piden seis páginas para ya, se trata de ser eficaz. Barrows lo es, y como él lo fueron todos aquellos trabajadores del lápiz. Sirva este texto pues para reconocerle el mérito. Este es de los que cuando se jubilan la empresa monta una merienda y le regala un reloj. Chequeando en qué está ahora le veo en Escuadrón suicida…dibujando episodios a medias, como no podía ser de otra manera.
Por cierto, que rastreando información veo que es de origen brasileño y su verdadero nombre es Eduardo Barros, lo que refuerza la tesis: mano de obra inmigrante a buen precio.
Y como lo competente no desmerece lo GENIAL! es obligado recordar que allá por 2008 Bleyer ya nos puso sobre la pista de que Eddy era un autor a tener en cuenta.
Vamos comenzando a mirar qué legado dejará la década de «los dieces» ¿o cómo llamaremos a esta?
«la DéCada de “los DieCes”»
Por mí, de aCuerDo.
Por eso en 2011 comenzaron los N52, tiene sentido…
Vamos, que Barrows-Barros ha logrado lo que muchos sólo sueñan, vivir de hacer tebeos sin complicarse demasiado la existencia…
Barrow significa carretilla. Que ya puestos a hacer la ya añeja gracieta «Mike Oldfield/Miguel Campoviejo», podríais usar el Google Translator, que luego os quejáis de la traductora de Planeta y su «Bill Mauldin’s House».