Entre el vocabulario de nuevo cuño de nuestra neolengua hay uno que se ha implantado con extrema celeridad, como viene siendo habitual cuando se trata de un buen insulto. Referido en este caso a todo aquel que opina con posesión de la Verdad Absoluta sobre lo divino y lo humano bien acodado en la barra.
Cuñado.
Se trata de una acepción nueva de la palabra, que de siempre había acotado la relación de parentesco político entre uno y (a) el hermano de la pareja, o (b) la pareja del hermano o hermana. Puesto que en esta vida uno puede elegir las amistades pero no la familia, los grados de parentesco pueden usarse como adjetivos, generalmente despectivos (cuñado, primo, suegra, abuelo…). Esto se da con más motivo cuando se refiere a la familia política, pues se elimina el factor de consanguinidad y puedes faltarte más. Así pues, el uso de esta palabra para indicar a aquella persona cercana pero no mucho y que suelta proclamas que nadie ha pedido y con poco acierto que se escuchan con resignación es bastante certero. Hay un hombre en España que lo hace todo, y ese es el cuñado. Eres un fiera porque entras partiendo la pana, invitando a la peña, invitando a cañas, a la hija de la dueña la tienes loca loquita loca. Y él te hubiera conseguido el coche mucho más barato.
Del Facebook de Pablo Ríos, por cosas así Internet debería ser de pago
Una cosa bonita también de esta palabra es su carácter reflejo: el hecho de llamar cuñado a alguien implica necesariamente que uno mismo también lo es. Para tu cuñado, el cuñado eres tú. Tenedlo presente.
El uso generalizado de la acepción despectiva de la palabra es reciente, pero rebuscando en la historia de nuestra historieta patria podemos encontrar el caso de un cuñado de manual:
Lo cual indica que aunque se haya consolidado no hace tanto, el cuñado ha estado ahí desde mucho tiempo atrás.
Hablando de rebuscar en la historieta, casi como homenaje al recientemente finado Javier Coma me estoy repasando los volúmenes de Historia de los Comics (1982). Si en su día la primera lectura me pareció bastante ilustrativa (aunque ya algo demodé, pues la pillé por fascículos en una redistribución pagando ya en euros), si ahora tuviera que definirla con una palabra sería «contundente«. Tanto como un mazapán atascado en la garganta y que cuesta masticar. Un listado continuado y exhaustivo de autores, títulos y fechas a bocajarro sin apenas espacio para recrearse en estilos, tramas o curiosidades. Al mismo tiempo estoy leyendo también el gigantesco The Comics de Brian Walker, con un campo de estudio más limitado (las tiras de prensa americanas hasta la actualidad)
y la lectura de este último en comparación es una delicia, parándose en situaciones y anécdotas de cada década, además unas reproducciones de tiras añejas espectaculares (que por eso se compran los tebeos, por los dibujos, no lo olvidemos nunca). Es por esto que cuando en los fascículos de Coma encontramos un apartado de varias páginas dedicados a un único autor se agradece, como fue el caso de lo que dedicaron a aquel cuarentón que en sus años mozos hizo cosas underground, ese tal Robert Crumb.
Crumb. Undergound y años sesenta. Lo que se nos dice ahí sobre su estilo es lo que fácilmente podíamos suponer.
En cambio, si acudimos a la fuente de saber de todo buen periodista, la wikipedia, se da un dato algo distinto.
¿A que se debe esta discrepancia? pues si seguimos leyendo el texto del artículo…
…tendremos cumplida cuenta de que la influencia del cuñado poderosa es.
¿Qué sería de la raza humana sin los cuñados? (incértese captura de Los Simpson, con un abogado imaginando el mundo sin abogados)
¿Que se metia LSD? Cómo es el Bob, joder, dice lo que sea para parecer «chachi» como decís los jóvenes. Cuando venía a buscar a mi hermana al trabajo llegaba apestando a orujo cosa mala el jodío. Y del barato, porque no sabe dónde beber. Que yo conzco una tasca en el barrio del puerto que un día fuimos cuatro a comer y ¿a que no sabes cuánto nos cobraron? No venga, di una cifra…