Creo que mi post de mañana en ADLO! se va a llamar «De repente el último #Expofriki«.
— Jónatan Sark (@JonatanSark) 4 de diciembre de 2016
Es sorprendente cómo uno puede prever algunas cosas. Cierto es que es -casi- más sencillo hacerlo con aquello que uno va a realizar que con, digamos, las cifras de asistentes.
Por supuesto podríamos hablar de muchas otras cosas, sobre todo si habéis estado viendo nuestras recopilaciones de tuits de los últimos días. Como de ese Campeonato Mundial de Escondite que ha sido el auténtico éxito del Salón. De los stands vacíos, de la gente recogiendo y marchándose a medio día, de la sensación de estar en unos decorados de Arrow o, incluso, de lo que podríamos vender como éxito los ‘pasillos colapsados’ que vendría a ser en el que estaba GenX -¿habéis visto la foto, verdad?-. Así que al final podemos decir que si os apetecía dejaros 15€ para ver a La triple W, lo mejor con diferencia del asunto, el dinero ha sido bien invertido. Y si no… eh, pocas cosas son más graciosas que recordar que La D es de Defensa. Así que sentios libres de intentar defender un evento como este, en el que incluso encontrar la entrada a una charla podía ser una aventura. No digamos ya justificar que ha sido un éxito y que se han cancelado charlas por falta de asistentes, que nuestra GENIALIDAD! nos permite reconocer a los que la exceden en todos los ámbitos. Y, al fin y al cabo, si te estás creyendo las cifras de la organización -cienmilassit… perdón- tengo yo un blog en el que os podéis anunciar que recibe medio millón de visitas diarias. Así que, bueno, todo lo que sea continuar el éxito nos parece bien. De éxito en éxito hasta la victoria final. Supongo que ese éxito es el que ha decidido a algunos expositores a no volver, como sucedió el año pasado, los expositores deciden que han tenido tanta ganancia que no es justo acaparar. El éxito hace que se decida no tocar nada, así que supongo que no escucharemos noticia alguna sobre cambios en el futuro próximo del evento… Si excluimos, claro, el nombre.
Decidme, ¿qué hay en un nombre? Cierto es que en un evento en el que hasta los coches eran de cartón podríamos pensar que el nombre no importa. Pero, en realidad, el nombre es precisamente lo que ata. Es el nombre lo que se repite desde 1998, el que tenía en 1999 cuando acudieron Busiek, Bendis, Baker, Delano, Jiménez, Ezquerra o Gibbons y el que se suponía que tenía en 2016 cuando vinieron… ahm… Por lo visto Ray Park. Se suponía porque el cachondeo del nuevo nombre estaba ya por ahí dando vueltas. El Powered by Heroes que tenía el no-cartel-oficial (Lo del cartel es muy entretenido también, os animo a que busquéis la creación de Paco Roca en las fotos del evento que se han ido compartiendo. Es un gran pasatiempo. Como buscar a Wally pero en difícil.) debería haber sido un aviso pero, la verdad, entre tantas cosas que ponían en la web era difícil que alguna nos pareciera más importante que otra. El premio a Mejor Webcómic a, directamente, Monteys o las categorías que tenían los expositores -a las que os animo a acercaros aunque sea solo por las risas- y el estúpido convencimiento de que querrían Madrid en el título hacían que pensáramos que el nombre nuevo sería Madrid Con.
Madrid Con el último. ¿Qué haces? ¿MadridConeando? Ah, tantos chistes ya preparados. Incluso aunque hubieran metido el cómic por algún lado -y no es que parecieran muy por la labor- para crear el demasiado extenso Madrid Comic Con. Pero resulta que no son Madrid, son Heroes. Hasta el extremo de tener que reenviar una nota de prensa porque se les olvidó poner -casi media docena de veces- la ciudad en el nuevo título. Sí, Héroes. Héroes Comic Con Madrid. Adolfo Suárez. Lagarto Spock. Héroes con Cosas. Luego en la foto la dirección que aparecía era otra, pero es que hay que ir por partes, claro.
Son importantes los Héroes. Lo son porque en un salón con tanto MuertoPiscinas y tanto Suicide Squad lo mismo la gente se olvidaba. Lo mismo alguien pensaba que el asunto iba de antihéroes, de villanos, de personas normales, de todo ese cómic que no es superheróico, que no es siquiera heroico, pero no. Son héroes. ¿Qué otro nombre poner a los de aquí de toda la vida? ¿Cómo considerar de otra manera a Mortadelo, Filemón, Zipi y Zape, Carpanta o Doña Urraca? ¿Qué otra cosa se puede llamar a Vázquez? ¿De qué escribe sino Paco Roca? ¡¿Acaso no ha sido el éxito comiquero de los últimos años Virtual Hero?! A ver si es que ahora vamos a despreciar a El Rubius.
Y, oye, que Héroes hay en todas partes. Héroes de alquiler. Héroes por accidente. Héroes fuera de órbita. Kelly’s Heroes y también Hogan’s. De Loriga y de Abercrombie. Héroes y Tumbas. Héroes como esa serie de televisión que usted recordará por su primera temporada y que acabó cancelada durante su reboot. Héroes de las mil caras. O, por supuesto, HEROES REBORN! Y, vista cómo va la reducción de jornadas: We can be heroes, just for one day.
Al final el truco está en cambiar el nombre. Después de que el truco fuera comprarlo. ¿Qué sentido tiene comprar un evento para cambiarlo de ubicación y nombre? ¿Aprovechar a la vieja guardia, sus conocimientos y contactos? ¿Pese a que eso lleve todo el equipaje acumulado? Porque el equipaje no se olvida -más aún cuando promocionas el nombre próximo en la edición presente- y tanto sea Un baile en El Matadero como el haber tenido a Neal Adams hablando de la tierra hueca, nos acordamos. Recordamos las lluvias interiores. Recordamos incluso los trenes -Y quizá ese es el truco, todo lo que se compare con el Expotrenes saldrá ganando-. Nos acordamos hasta de Paul LeChuck y su transición, como para no recordar esto. Y si nosotros nos acordamos para entrar -para aquellos a los que convencimos de entrar, que quizá el asunto de «Hubo mucha gente que opinó sin entrar» podría resumirse en «Porque entró otros años«, y eso es también equipaje.- imaginad lo que recordarán las tiendas que vinieron. Tiendas de golosinas, claro, aunque incluso ellas empiezan a no venir. Y mira que parecía difícil. Uno podría dudar incluso de quién iría o irá. El número de tiendas de cómic dentro y fuera lo conocemos. El de editoriales para qué os lo voy a decir. E incluso a las de segunda mano parece que les viene mejor internete que esto. Claro que gastarte el precio de la entrada y luego tener dinero para pagar algo más es ciertamente heroico. O superheroico. Incluso sabiendo que no te ofrecerán dentro rebaja o material que no esté ya por otros lados. ¿Qué es lo que puede llevar a la gente a pagar? ¿Quizá lo que se compró fue no solo el equipaje sino, además, la rutina? Y si para eso hay que cambiar el nombre y dejar todo lo demás… by any other name would smell as… bueno, eso. Por supuesto uno podría argumentar que el problema de ponerse un nombre es que hay que justificarlo. Cierto es que Show, don’t tell y que mejor hechos que buenas palabras. Pero lo entendemos.
Todos queremos ser Héroes de nuestra propia historia, aunque para ello tengamos a veces que contemporizar. Y por esa misma contemporización… ¿Cómo negar la utilidad de un nombre? Al fin y al cabo de eso van las ilusiones, de aquello a lo que aspiras, no de lo que realmente eres.
Por ejemplo, alguien que no sabe que Héroes se acentúa. Igual que Cómic. Pero parece que, aunque en tiempos lo tenían claro, ahora han decidido quitar el acento.
«se han cancelado charlas por falta de asistentes»
¿La de David Rubín, quieres decir? pero si estaba petado de gente esperándole en el ring, pero en ningún momento hizo acto de presencia sobre el cuadrilátero.
Vale ya de tanto texto. O fotos, o no ocurrió.
Mira tú, tanto texto por dos tildes…