En estos tiempos de Fase 3 y de Marvel Über Alles no está de más echar la vista atrás y recordar a la película donde empezó todo.
No, no hablo de Iron Man. Ni siquiera de Howard el Pato.
Me refiero a Blade.
Os resultará inconcebible en esta era de carteleras copadas por fulanos superpoderosos en gayumbos pero hubo una época en que se pensaba que los superheroes eran veneno para la taquilla. Que el sofisticado público moderno iba a encontrar risibles sus peripecias y uniformes.
De verdad que no sé de dónde pudo salir tan absurda idea.
Pero así de necios e indocumentados eran los productores hollywoodienses de los 90. Y por culpa de sus estúpidos prejuicios tuvimos que sufrir años y años de cine de acción hiperrealista.
Pero entonces la New Line, que iba camino de hacer una película de Iron Man, decidió plegarse al terreno que conocian (monstruitos) y en lugar de filmar al Vengador Dorado™ adaptar al Cazavampiros Negro™.
Y el resto es historia, claro.
La reacción generalizada de los medios del espectáculo fué «Oh cielos, SE PUEDE hacer una película sobre un superheroe y que sea un taquillazo«. La del fandom fué primero «¿Cómo que Blade es un superheroe?» y luego «Calla, idiota, deja que lo llamen superheroe, a ver si por fin hacen LA BUENA de Los Cuatro Fantásticos«. Qué puedo decir salvo que éramos jóvenes e inocentes.
Y sí, gracias a Blade se acabó haciendo otra película de Los Cuatro Fantásticos. Y los Hombres-X de Singer. Y el Spider-Man de Raimi. Y muchos años después otra película que, por comparación, hizo que la segunda de Los Cuatro Fantásticos se convirtiera en «la buena».
Y no es de extrañar, estamos ante uno de los mejores filmes de acción de los 90. Una perfecta fusión formal de ritmo videoclipero, artes marciales, balasera e incipiente pseudogore CGI. Pero detrás de todo gran heroe hay grandes patadalaterales.
Comenzado por Whistler, Kris Christopherson en modo western crepuscular. Un mentor que es como un padre para el protagonista y sin embargo NO resulta ser quien está detrás de toda la conspiración de los malos (ahhh, esos locos LOCOS años noventa).
Y aquí tengo que romper una lanza a favor de la injustamente menospreciada Blade: Trinity y sus magíficos Hijos de la Medianoche entre los que se encuenta un Ryan Reynolds en plena forma.
(tosecill) Un Ryan Reynolds EN PLENA FORMA…
Ahora sí, un Ryan Reynolds en plena forma cuyo Hannibal King prácticamente convierte el film en un equipo-arriba Blade – Muertopiscina.
Y una no menos impresionante Jessica Biel como Abigail Whistler.
La Lara Croft reboot hija perdida de Whistler que ha heredado el puesto de matasanguijuelas de su padre.
Y se ha convertido en una excelente profesional de su campo. Su especialidad: las flechas.
Es que donde pone el ojo pone la flecha, hoygan.
Es tan buena con esto de las flechas que… Hhhhmmm… Flechas…
Esperad un momento que pongo otra imagen de Jessica por motivos meramente ilustrativos.
Ya. Decía que hmmmm… Flechas…
No se por qué pero me estoy acordando justo ahora de que Blade tuvo otro patadalateral. Uno que le ayudó en la época en que Whistler estaba secuestrado. Podría decirse perfectamente que ocupó el vacío dejado por Whistler. Que llenó el hueco de su ausencia.
Un tal Scud.
Anda mira, si está ahí mismo.
Y por ahí viene Whistler…
…que parece que le quiere pedir explicaciones por algo…
Pero… Pero… Estamos en Invierno… ¿Por qué me han colado la imagen veraniega de Namor? ¿Pretenden arruinarnos las navidades también?
En efecto, la camiseta del BPRD está ahí por una razón; recordemos que Hellboy aparecería al final de Vengadores…
Joder, joder, está cuadrada la Jessica.