Cuanta razón tiene el buen doctor. Tantos y tantos autores ofreciendo lo mejor de si mismos para ofrecernos historias creíbles y fracasan desde el mismo planteamiento. Exprimiéndose las meninges para cerrar todos y cada uno de los cabos propuestos en sus complejas tramas, para hacerlas lo más realistas posibles, cuando en la realidad esto nunca llega a suceder. Para que una buena historia sea realista las cosas deben suceder como en la vida misma, a la cual llegamos con multitud de tramas iniciadas, algunas se resuelven, otras se cierran y bastantes más se crean durante nuestro tránsito vital, y ninguna de ellas depende para llegar a término de cuándo dejaremos de ser espectadores de las mismas. Cuando nos vamos las tramas siguen para que las aprecien otros personajes.
Este sencillo razonamiento choca de frente con el concepto de serie limitada (o de narración en general, pero tampoco nos vamos a poner estupendos), siempre que se pretenda dar un aire de verosimilitud. Parecería por tanto que lo deseable sería extender los títulos ad aeternum, pero tampoco sucede así, pues en las series de larga extensión se pueden distinguir etapas, caracterizadas generalmente por cambios significativos en los autores, en los que hay un cambio importante en el enfoque de la misma, rompiendo con hechos anteriores, y casi siempre cerrando previamente las principales tramas en curso. Siendo así, cada etapa se puede considerar un compartimento estanco, independiente de las precedentes y subsiguientes, el equivalente a una maxisaga limitada dentro de la serie, con sus tramas artificialmente creadas y oportunamente resueltas a tiempo cuando toca que entre otro equipo creativo, con particiones discretas en unidades publicables. Total, que de una manera u otra la sensación de realismo se va a tomar viento.
A menos que hagamos caso al buen doctor.
No es por casualidad que la viñeta última de Watchmen dejará un final abierto. También es significativo que aún siendo así, cuando Didio y su gente quisieron seguir exprimiendo el filón lo hicieron no por el camino tan claramente marcado sino por precuelas. Precuelas limitadas. Precuelas limitadas breves. Abriendo tramas para cerrarlas de seguido. Múltiple combo de perversión de la obra, intentando dar carta de naturaleza a lo que Watchmen nunca fue.
Si estamos de acuerdo hasta aquí, convendremos en que el ideal narrativo debería ser una historia en la que se nos presente el inicio y el nudo, y que por una razón u otra no lleguemos a atisbar el desenlace. Pero como el mercado precisa de una presencia continua, ese mismo título debería volver a aparecerse a los lectores cada cierto tiempo, con nuevas propuestas que no terminaría de cerrar. Por tanto, un título en el que se quisiera llevar el realismo al máximo debería estar compuesto de una lista de tramas inacabadas. El espectador tendría la sensación de llegar a mitad y no llegaría a ver la resolución de todo lo planteado, como en la vida misma.
Lo más maravilloso de todo esto es que ese título existe. Y que todo conocéis a su AUTOR!
Desde sus inicios, la saga de Youngblood se concibió como una serie de aventuras inacabadas, en la que cada uno de los arcos de los que se compone debía terminar abruptamente sin aviso, pillando desprevenido al lector. Y en esa capacidad de sorprender reside parte de su maravilla. Talmente como en la vida.
Bien es cierto que el cierre de la primera serie tras 11 números publicados se hizo de forma que no aturdiera en demasía al desprevenido lector, de forma que aunque no se avisa en su última plancha…
..sí lo hace en su columna Robservations:
Aunque solamente lo hizo para pillar aún más desprevenido al lectorado, pues de la anunciada serie de Badrock salieron dos números, el segundo de los cuales fue un flipbook, que la parte de Badrock en solitario duró únicamente seis páginas que terminaban con
, exactamente el mismo cartelito que el otro encarte del libro, del cual estaba separado por una serie de prometedores anuncios, incluyendo incluso un crossover con Marvel, con alguno que nunca llegó a salir. Toda una preparación para la vida (o las maquetaciones de imágenes de wordpress), nada sale como esperas.
Y la serie de Youngblood que siguió a esta llegó hasta el décimo número, que también culminó en un
Y cuando alcanzó la plena libertad creativa al desvincularse de los Judas de Image, el Genio de Fullerton se desmelenó con este recurso artístico en cada una de las nuevas entregas del título, como puede verse en la última escena del segundo y último número del tercer volumen de Youngblood:
El primer número de Youngblod: Bloodsport…
El segundo de Youngblood: Génesis…
El final del primer y último número de Youngblood Imperial prometía bastante…
…aunque no tanto como el noveno y último del cuarto volumen, en el nuestros héroes asistían con cara de circunstancias a la desaparición de la Casa Blanca con presidente dentro.
Y con esta sucesión de fascinantes historias no terminadas se llega, sumando todas las entregas y volúmenes de la serie al número 78 de Youngblood, el último publicado, que terminaba así en 2013:
Es fascinante el hecho de superar los tres cuartos de centena a base de dejar tramas inconclusas, pues supone al lector la capacidad de completar todas las incógnitas entre un volumen y el inicio del siguiente de tal manera que siempre regresa.
Como en todo, hay una excepción, una historia de Youngblood autocontenida con inicio y fin, pero lleva un título diferente (El Día del Juicio) y está escrita por Alan Moore. Sí, sí, el mismo que decía eso de
Precisamente él ha escrito el único título cerrado de Youngblood. Pero para ello previamente definió que todo lo que sucedía en el universo de Extreme estaba desde siempre escrito en una especie de Libro del Destino, dejando claro así que la narración no podía imitar a la vida porque aquello no era vida como tal sino narración escrita desde el principio. Si leéis dos veces la explicación lo entenderéis, aunque yo he necesitado tres.
Una lástima que por la naturaleza interesada y recopilatoria del mercado, nos estén privadas todas estas historias en nuestro idioma. A ver si con Bloodstrike llega hasta las 4-6 entregas, las suficientes para que Aleta saque por lo menos un tomo, pues
El Opus Magnum de ROB!!! es el Opus Magnum de la vida.
Pues nada, que aproveche que HICKMAN! y KOT! ya no quieren ser esclavos del ingrato pijamismo corporativo y continúe donde lo dejó. AVIV BÖR!
La mejor versión de Youngblood es la de Graham en Prophet, que TAMBIÉN quedó inconclusa.
¿Los tipos de Youngblood Imperial no son Alan Moore, Neil Gaiman y Grant Morrison? Porque tienen un airecillo..
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