Wonder Woman siempre ha sido una pionera del feminismo en los cómics. La primera gran superheroína que podía mirar de tú a tú a Superman y que tenía una cabecera propia cuando eso parecía impensable.
Wonder Woman ejercía el feminismo desde una edad muy temprana, como en esta historia de 1960 en la que Wondy se somete a un examen cuando empieza la aventura.

¿Quien ataca a Diana? ¿Lex Luthor? ¿Silver Banshee? ¿Cheetah? ¿Egg Fu? ¡¡No! Es su amigo Merm-boy con una pregunta para ella.

¡¡Machismo de libro!! Merm-boy cree que su necesidad está por encima de cualquier cosa que esté haciendo la amazona. Así que Diana le aplica el reglamento a rajatabla, penalty y expulsión.

Tal vez Wonder Woman es en esta aventura una muchacha, pero ya tiene una conciencia total sobre como reivindicar su papel en el mundo. Lo malo claro es que ese mundo es un mundo de hombres, y por eso aún cuando Wondy ha logrado romper con el rol de la damisela en apuros para ser ella quien rescata a los hombres…


Se encuentra con que el heteropraticardo ha encontrado formas de asimilar su función de heroína dentro del sistema que la oprime…

Es decir que Merm-boy se ha dejado rescatar sólo para poder arrimar su cola, que para eso es sireno, a su objeto de deseo. Wonder Girl se creía salvadora y en realidad está atrapada en un mundo que la abronca por no saber lidiar con los caprichos de otro.

Lo cual le lleva a una única conclusión.

Ojo, Merm-boy también es víctima de una presión de grupo que quiere verle emparejado para el baile.

Pero a diferencia de Diana lejos de reivindicar su singularidad cede ante lo que la sociedad quiere de él y eso le lleva a territorios tan oscuros como el acoso.

Merm-boy expone públicamente su frustración delante de todo el entorno de la amazona, culpabilizándola aprovechando una falta de conciencia de clase del resto de amazonas que participan del jolgorio, incluída su propia madre. El "Está-por-demostrar"-matriarcado no es mucho mejor que el hetero-patriarcado de toda la vida.

Y así Merm-boy, con desprecio de su propia integrdidad física se dedica a hacer pintadas por todas partes sabiendo que la educación de Wondy le obliga a, por muy enfadada que esté salvarle de todos los peligros.


Algo de lo que pretende aprovecharse.

Sin embargo Merm-boy la lujuria que guía su egoísmo le llevará a no fijarse en los detalles y meterle en un serio problema

Que pondrá en riesgo la vida de Wonder Woman, y que le obligará, por primera vez, a hacer algo por los demás sin pensar en el beneficio propio.

Eso sí, dejando lo más complicado a Diana que ha de restregarse contra un símbolo fáilco para lograr su supervivencia.

¿Y que lección conseguimos aprender de esta clásica historia de los años 60? ¿Ésta en la que Wonder Woman ha peleado valientemente por el derecho a las mujeres de pedir respeto por su tiempo y sus decisiones que no han de subordinarse al mero capricho de un varón?

Que el chico se queda con la chica, si insiste mucho, utiliza el acoso, pero tiene algún detallito hacia el final.
En los años 60 Wonder Woman luchaba a favor del feminismo, pero nadie ha dicho que se le diera la cosa necesariamente bien.
El heteropatriarcado es no tener que decir nunca ‘lo siento’.
SI esta historia hubiera sido escrita en años recientes, Sirenochico se habría limitado a poner publicaciones en el librocara y el twitter de Wondy.
Si esta historia se escribiera ahora duraría seis episodios más epílogo.
Y en realidad Wonder Girl no es Wonder Woman. Bueno sí. Pero en realidad no. Aunque en el fondo sí…
Ayer leí una miniserie de Aspen (una especie de Aquagirl) escrita por Johns; por tanto, el DCU y el Aspenverso ya estaban conectados desde los 60.
En Morrison confiamos.