Constantine y Sonantine

Yo sé que a aquellos que ya lleveis un tiempo leyéndome os va a extrañar que sea precisamente yo quien diga esto pero… EN EL TERROR NO VALE TODO.

Asumidlo, es así. Todo tiene sus límites y eso incluye el género del terror.

Sí, ya lo sé, siempre me he opuesto a la censura. Sí, siempre he estado a favor del gore y el CGI desmelenado.

Estoy hablando de otra cosa. No es censura, es una cuestión de límites. No podemos lanzarnos de cabeza a rodar salvajadas por el mero hecho de superar la salvajada anterior. Eso no es arte, no es terror y, sobre todo, es una carrera armamentística sin final. Una deriva que sólo puede desembocar en excesos cuya única justificación es su propia existencia. En un público desensibilizado a base de barbaridades cada una más grotesca que la precedente que, cual yonki cuyo organismo ha desarrollado tolerancia a su droga, sólo busca un chute más intenso.

Y no. Hay barreras del buen gusto que nadie debería traspasar nunca.

Y yo entiendo que en ocasiones no se trata de un mero capricho de director enfant terrible que, carente de talento real, pretende epatar por el simple método de subir el volumen hasta ensordecer a su audiencia. A veces es una mera cuestión de supervivencia.

Comprendo que debe ser terrible ver cómo el abismo de la cancelación amenaza con tragarse esa serie en la que crees y en la que tanto esfuerzo, sudor y lágrimas has invertido.

Entiendo que suenen todas las alarmas y que, con el aliento de los ejecutivos de la cadena en tu nuca, busques desesperado una solución.

La que sea.

Metiendo vampiras buenorras…

Metiendo efectos especiales a tutiplen…

Mostrando gore shockeante como si esto fuera The Walking Dead…

¡Hasta lo impensable! ¡Yéndose al tebeo original y ADAPTANDO PERSONAJES!

Pero, cuando ves que nada de eso funciona, cuando contemplas la guadaña de la cancelación cerniendose sobre tí, debes considerar los límites del buen gusto que todo artista debe tener siempre presente. La responsabilidad hacia la sociedad con la que todo ciudadano debe cumplir (salvo si te ha creado Aynn Rand).

NO.

VALE.

TODO.

Ciertas ideas, determinados conceptos, algunas imágenes son tan absoluta y desgarradoramente terroríficas que pueden traumatizar a la audiencia dejando profundas e incurables cicatrices psicológicas sobre cuyos efectos a largo plazo sólo podemos especular.

Así que no os extrañeis cuando, dentro de cinco, diez, ¿quince? años la policía de todo el mundo empiece a detener a decenas de asesinos en serie cometedores de atrocidades capaces de dejar lo de Ted Bundy en manualidades de Boy Scout. Ni que al ser interrogados confiesen, uno detrás de otro, "yo era una persona normal que compartío videos de gatitos e invitaciones a jugar al Candy Crush por Facebook pero todo cambió…

…el día en que ví el episodio de Constantine en que salía Belén Esteban haciendo de monstruo…"

Avisados quedais.