Y es que para las dos grandes (editoriales americanas), los dibujantes españoles se han convertido en un recurso con el que es agradable trabajar. Ofrecen trabajos resultones, no hacen ascos a nada y cumplen las entregas aunque se les solicite con muy poca antelación. Esto último, tradicionalmente, ha sido uno de los puntos más valorados a la hora de hacerse los servicios de alguno. Y es que lo que para los editores americanos es una virtud, para los de aquí es la forma habitual de hacer las cosas; es más, aunque les diesen plazos más que sobrados para entregar, casi seguro que lo terminarían dejando para el último momento, son costumbres.
Son por tanto muchos los obreros, y bastantes menos los que pueden considerarse estrellas; y de estos últimos más saben por viejos veteranos que por sabios: la vieja veterana guardia de Pacheco, Larroca (con su Eisner), Ferry, algo más tarde los Acuña, Pulido, Martín (y este último lo pongo porque conseguí el último Daredevil que quedaba en la librería, no os creáis)… a los que siguen una legión de dibujantes patrios con mayores o menores dotes artísticas a la entrega de ese encargo que dure más de cuatro números con el que puedan hacerse un hueco y ganar algo de estabilidad.
A día de hoy gran parte de los títulos de mitad tabla de Marvel y una porción significativa de los Nuevos 52 se los trabajan dibujantes de aquí. Su producción mensual es un elemento clave para el lento resurgir de la industria del comic-book del último par de años. Gracias a ellos la cosa remonta, de la misma forma que podemos decir que de no ser por ellos la industria ahora lo tendría muy crudo; posiblemente habría menos títulos, a un precio de unos 4,50$ el ejemplar, siendo cada uno de 18-19 páginas de historieta, lo que fuera para cuadrar cuentas. Decenas, docenas, casi cientos de manos españolas empuñando lapiceros sostienen el grueso editorial del país de las oportunidades. Pon varios españoles en una línea editorial y esta se mantendrá. Que útil hubiera sido saber esto último cuando la línea Ultimate 1.0. marveliana estaba decayendo.
Y es que la línea Ultimate comenzó fuerte, lo normal si consigues tener a Adam Kubert a ritmo mensual con los Millar, Bendis, Ellis y compañía, lo difícil sería no vender con eso. Lo realmente complicado tras un comienzo así es saber mantenerse (sin tener nada que ver con esto ¿a que Increíble Hulk mola?). Y ahí fue donde la línea Definitiva de la Casa de las Ideas comenzó a hacer aguas. Poco importa que mantengas el tipo con un Mike Carey (4F) o varios años con Robert Kirkman (X-Men), que se te cuelan los ínclitos Greg Land, Ben Oliver y compañía y el público habitual poquito a poco lo va dejando.
Que distinto hubiera sido todo si se hubieran decidio a meter autores españoles en la línea Ultimate a tiempo.
Pero llegaron tarde. Lo intentaron con buen tino metiendo en una de sus series en verano de 2006 a uno que cumplía con las dos condiciones, español y estrella, Pasqual Ferry.
Recurso de emergencia número uno: pillar a Salvador Larroca con unas cuantas tardes libres para que te dibuje unos números ¡gran cumplidor Sal Larocca! ¡quítale una serie regular y dos fillines tomarán su lugar!
The walking mutants!
Recurso número dos: ¡las ventas siguen bajando, pongamos otro español! ¿cómo que no tenemos más series en la línea? ¡pues da lo mismo, Salva, consigue un español que conozcas y colócalo dónde sea de lo que sea! ¿me oyes? y si tiene nombre, mucho mejor ¡donde sea!
Recurso número tres inmediatamente después del dos: inducir a confusión, o "si no lo tienes te lo inventas"
Slogan que hubiera tenido mucho más éxito seguramente así.
Visto así se comprende mejor que para la segunda versión de Ultimate los editores fueran con la lección aprendida y encargasen la primera limitada de la serie insignia ya a un autor español:
ute;s el tomito mensual con el tercer relanzamiento de la linea, que cada vez duran menos, la colaboración hispana no parece asomar. Pero para eso inventó Diso las series limitadas y