Los cómics de antes sí que eran buenos (VIII)

Tod Holton, el Super Green Beret, pocos tebeos dejaron tanta huella en tan poco tiempo. Sólo dos apariciones duró, sin duda alguna, porque sus creadores ya sabían que habían tocado el Olimpo de los dioses del cómic con sus manos gracias a esta creación basada en la original idea de un niño moreno con suéter rojo que se transforma en el mort soldado más poderoso del mundo.

Como vimos la semana pasada Tod Holton no era un cómic propagandístico, sino una obra divulgativa que enseñaba a los más jóvenes a romper el velo de la ignorancia y conocer de más cerca a las gentes de zonas tan poco politizadas como Vietnam o el África subsahariana.

Atendiendo a este hecho, era inevitable que el Super Green Beret llegara tarde o temprano a Sudamérica, subcontinente que en contra de la creencia popular está muy bien considerado entre la población de los Estados Unidos que la ve como un continente propio, separado, y para absolutamente relacionado con el suyo.

De esta manera no hay más que ver esta bella escena en la que se retrata a los políticos sudaméricanos como unos hombres desprendidos que van de ciudad en ciudad mejorando la vida de la gente.


La escena transcurre en un pequeño país sudamericano, porque si algo nos ha enseñado la industria estadounidense es que en los países sudamericanos grandes jamás ha pasado nunca nada dijera lo que dijera ese rojo de Oesterheld, en el que sin embargo no todo es alegría y presidentes que se desviven por sus conciudadanos. Tod Holton es un cómic divulgativo y, por lo tanto, se esfuerza en mostrar las cosas de la forma más objetiva, y por lo tanto no le duelen prendas en explicar que en Sudamérica hay gente buena, y gente mala, como en todas partes, y que uno distingue a unos de otros por…


sus barbas.

Decíamos pues que esto sucede en un pequeño país cualquiera de sudamérica, pero hasta el más pequeño de estos países está bajo la vigilancia de Tod Holton, el Super Green Beret, que con su sentido aracni greenberístico recibe un aviso del peligro que corre el bienintencionado presidente.

Presentándose para salvar ipso facto al Señor El, Presidente de un pequeño país sudamericano amenazado por un barbudo fumapuros.

Una vez más un valiente americano se dispone a proteger con su cuerpo a un presidente de país sudamericano, porque para eso están los buenos vecinos, no olvidemos que sus continentes viven casi puerta con puerta. Los rebeldes, al ver que sus balas no tienen efecto sobre el supersoldado que no es Steve Rogers, deciden…

…usar sus propias manos para detenerlo. Que igual no lo entendéis pero eso no es más por las diferencias culturales que lastran la productividad española, no en vano aquí aún vemos cinco continentes en el planeta, en vez de siete como George Washington manda.

Presidente El no puede estar más fascinado por los resultados de la idea (el moderno pensamiento del norte vuelve a imponerse sobre las anquilosadas maneras del sur heredadas de vaya a usted a saber que pueblo supersticioso, vago y poco emprendedor de esos que tardan siglos en entender que si una baja es justificada el despido del trabajador enfermo ha de ser, por pura cuestión de lógica, también justificado).

Eso sí los autores del cómic no tienen miedo en reconocer valores positivos en los soldados rebeldes, porque este no es un cómic maniqueísta, donde los africanos de la semana pasada se rindieron ante la supremacía blanca, los sudamericanos no sólo son valientes que huyen para poder luchar otro día, sino que saben apreciar lo bueno y se llevan la boina de Tod, dando así, por casualidad, como el punto débil de Holton que, alejado de Mjol…de su boina se transforma en un niño fuera de lugar.

Para pasar desapercibido el niño Holton deja K.O. a un rebelde, le roba las ropas, le hace unos arreglos para que queden de su talla, y después se da un barro en la cara para que….eh…..parezca más more….ummmm….ehhhh….parezca que vive más en la jungla que su captor…sí, eso…

El resultado es que el disfraz es tan bueno que el hijo de jefe le echa el ojo y decide introducirle en una de las tradiciones más bonitas de los hombres sudamericanos…

¡¡El sigilo Ninja!!
 

Pero Tod que de wrestling sabe un rato, acaba ganando y como el scatergories es del hijo del de la bar Tod acaba descubierto y ante el pelotón de fusilamiento, y con una última voluntad que pedir antes de su muerte. Pero Tod, tiene un plan infalible para salir de esta…

¡¡Pedir dos últimas voluntades!! Tener las manos libres y ser agujerado con la boina que tanto gusta al jefe en la cabeza. El resultado es el previsible:

Con la satisfacción del deber cumplido El Super Green Beret establece una base de operaciones militar en el país…..da las gracias a El Presidente y se marcha a su primera obligación como armericano….

¡¡Hacer los deberes!!

La semana que viene volveremos a reunirnos con Tod Holton para aprender que la historia nunca es como nos la contaron aunque nos la recuenten los vencedores ¡No os lo perdáis!

Publicado por

Isaac Hernández

Periodista y adláter. Sueño con una vida normal pero sé que me cansaría de ella en menos de seis meses

8 comentarios en «Los cómics de antes sí que eran buenos (VIII)»

  1. No sé qué le veis al radical de Oestherheld. La verdad es que en el Chile de aquellos años sólo tenías problemas si te los buscabas, y además sus cárceles eran como un colegio mayor. ¿Para qué voy a condenar yo esa época que algunos vivimos con extraordinaria placidez?

  2. Pst, Emilio, el país de extraordinaria placidez en este caso es Argentina. Aclaro antes de que lleguen turbas enfurecidas por lo político o por lo historietístico, o por…

  3. Esperaesperaespera… ¿Sudamérica EXISTE?
    Joder, toda la vida pensando que era como la Atlántida, Springfield, Skyrim o algo así… un sitio imaginario lleno de dictadores y narcotraficantes bajitos con bigote.

  4. Pues yo creo más bien que el pequeño país era Cuba (por los barbones) o Nicaragua (por lo del presidente que se sostiene sólo por la ayuda estadounidense)…
    En todo caso, lo que me maravilla es que el barbudo no se transforme en el superboinaverde nada más colocarse la gorra… Será que, como a batsie, a la prenda de vestir aquella sólo le gustan los niños?

  5. «…se retrata a los políticos sudaméricanos como unos hombres desprendidos que van de ciudad en ciudad mejorando la vida de la gente.»
    Sí, sólo en los cómics se ve eso.

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