LIEFELD Y EL FALO EN LA CULTURA
El falo, como significador del deseo y del poder, como base de la cultura androcentrista (que no antropocentrista), ha sido estudiado por múltiples eruditos e intelectuales. Pero nunca de esta forma.
El culto al falo aparece en todas las culturas, unido a las divinidades de todos los panteones. Ya aparecía en las pinturas paleolíticas de Altamira, ya se adoraba a Príapo y en Roma era un elemento común. Shiva es representado a veces como un falo erecto. En Japón, todos los años se procesiona un "kami", en forma de falo.
He aquí que el Maestro Liefeld, queriendo exponer este poder del falo en nuestras culturas -de la mejor forma que puede un genio, con el ejemplo- nos muestra una imagen portentosa, expositiva y causa y efecto de falo, como orden simbólico y como elemento explicativo de nuestra cultura.
El héroe ("Estrella rota" -¿partida?-) se muestra ante el lector como un símbolo lleno de símbolos. ¿Qué más fálico que una espada, hecha para penetrar al adversario, cuya punta aparece oculta pero su mango aparece en toda su plenitud?
En la aparente desproporción de los músculos del brazo, observamos otro enorme falo, cuyo glande acaba en el deltoides. A partir del codo, hasta la mano, otro falo aparece enhiesto, unido a la mano. Obviamente, la lectura de otra mano-glande aparecería confusa, es por esto -y no por otro motivo-, por lo que la otra mano se diluye en el falo-espada.
La pierna levantada, erecta desde la entrepierna, brillante y potente, es un falo níveo que apunta hacia la otra parte. Es por ello por lo que izquierda y derecha quedan apuntadas por falos. Uno penetrador y afilado, el otro grueso y amable. Las dos lecturas del poder fálico quedan así explicadas en un solo dibujo.
Y en sí mismo, el héroe arrojándose en pie no es más que una inmensa erección, con su melena escupiendo el líquido vital.
El fondo, salpicado de blanquecinas manchas, no deja lugar a dudas sobre la intención del artista al representar el líquido seminal.
En una aparentemente sencilla composición en una obra de cultura popular, Rob Liefeld muestra la inherencia del falo en nuestro pensamiento, heredado e impulsado por nuestra cultura, donde penetra de forma abierta.
Que en otras partes digan que Liefeld ha realizado aquí un mal dibujo… solo podemos ceñirnos al antiguo dicho: "Cuando el sabio señala a la luna, el tonto mira el dedo".
(y en la próxima entrega…
)
Me siento sucio
?Por qué? Ya has visto que no hay nada que mirar con lujuria.