
Y es que, si en condiciones normales el Mundial de Fútbol es de naturaleza adliana, en esta edición, a medida que se iban sucediendo las victorias de la selección, los españoles hemos podido ir descubriendo cómo este acontecimiento tiene la fuerza necesaria para cambiar un país para siempre. Ahora entendemos porqué Alemania es el motor de la economía europea. Y porque las brasileñas tienen los mejores culos. Es todo porque ganan Mundiales. Y para un país ganar el Mundial es el equivalente nacional a meterse anabolizantes: te hinchas como un pavo durante unos días y te ves guapo guapo, pero después de pasar todo te quedas hecho polvo.
Los efectos del Mundial ya se han notado en nuestras calles: los jóvenes ya no hace botellón en las calles para pasar el tiempo. Lo hacen para celebrar nuestros éxitos como país. Además, la gente ha perdido la vergüenza a que se les vea con una bandera. Así, es frecuente ver estos días balcones adornados con la insignia nacional, o coches cuyos propietarios han adornado con una banderita en el capó que te hace creer que es un coche oficial (hasta que te das cuenta de que es muy raro ver un peugeot 306 como coche oficiall). Incluso numerosos ciudadanos anónimos han añadido la bandera española a su vestuario o, en su defecto, a su maquillaje facial. Una revolución patriota de gran calado que reinventa nuestro país y nos llevará a cotas de productividad insospechadas hasta ahora. O eso dicen en Intereconomía, vaya.

Al fervor nacional se le añadido el producto autóctono de este mundial sudafricano: la vuvuzela. Hasta ahora estábamos acostumbrados a que, tras una victoria deportiva, los mascachapas sacaran el coche de papá a dar vueltas por las calles mientras desgastaban el cláxon, pero ahora se ha sumado a la celebración este aparatito étnico-infernal creado por Dios con el único fin de que no se escucharan las retransmisiones de Camacho por la tele. Afortunadamente, estamos hablando de fútbol, y en fútbol, entre Camacho y Dios siempre ganará Camacho, lo que nos ha permitido disfrutar a distancia, gracias a Telecinco, de los vivarachos e impenitentes comentarios de este prócer del balompié, que siempre será recordado por ser el último entrenador del equipo nacional antes de que fuera un equipo ganador, además de por sus cercos en el sobaco mientras perdía contra Corea del Sur en unos octavos. Pero me desvío del tema; hablábamos de la vuvuleza y de cómo nos alegrábamos que ocupe un lugar en nuestras vidas como particular tormento festivo-decibélico, al lado de los petardos y las carracas. Gracias FIFA, gracias Sudáfrica.

Y es que este Mundial nos ha traído revoluciones en diferentes campos. Y si no que se lo digan a los jugadores franceses, quienes se han cansado de que los gerifaltes de la federación sean mucho más blanquitos que los que juegan. O a los italianos, quienes se han extrañado de haber sido eliminados haciendo en el campo lo mismo que normalmente les permite llevarse algún título: nada. O a los paraguayos, que consigueron aumentar su hinchada a nivel global gracias a una lideresa nacional que prometió ir quitándose la ropa a medida que Paraguay fuera ganando. O a Cristiano Ronaldo, que ha perdido un Mundial pero ha ganado un hijo. O a los ingleses, que todavía están buscando a la novia de su portero para darle las gracias por dejarle poco antes del campeonato. Razón por la cual los ingleses intentaron montar un momento polémico Casillas – Carbonero, pero en España ya hace mucho que el profesor Loki nos enseñó que si te pones a jugar a las parejitas, cuanto más bizarras, mejor.

Pero a mí lo que más me ha fascinado a lo largo de este Mundial ha sido el revuelo mediático que se le ha dado al que sin duda es, a día de hoy, el octópodo más famoso del mundo: el pulpo Paul quien, dando muestras de unas dotes para la adivinación que serían la envidia de las sibilas grecorromanas, ha acertado el resultado de todos ¡ejem! los partidos del Mundial. Y todo ello ha comportado, a medida que se iba desorrollando el campeonato, un interés creciente: espacio en los medios informativos de primer orden, retransmisiones en directo de las predicciones del pulpo, análisis en las tertulias más sesudas, preguntas en las conferencias de prensa… Inenarrable. El pulpo Paul ha conseguido crear tal expectación que seguro que la FIFA está planteándose el dejar de celebrar los partidos y substituirlos por las predicciones del pulpo Paul. "Así sería más barato," ha dicho el presidente de la federación argentina. "Y menos humillante", contestó el de federación francesa.

Y es que para finalizar, quiero confesaros que creo que estamos en deuda con el bichejo. Está claro que con el pulpo Paul, que siempre ha apoyado a la selección española, los españoles hemos de tener un detalle. Podríamos pasarle a los alemanes la receta del pulpo a la gallega para que, cuando muera, al menos lo haga con honor, y haciendo feliz a la gente, como un donante de órganos cualquiera. Aunque yo soy más partidario de darle 10.000€ al pulpo si España gana la final. Total, le vamos a dar 600.000 a Torres por hacer casi lo mismo.
Y con esto me despido por hoy. Os deseo toda la suerte del mundo para mañana. Y a los que estarán pendientes del partido, también.
El MVE es dios y Paul (que en algo se le parece) su profeta…
Yo digo que las dotes de tan insigne animalejo se están desperdiciando, con lo bueno que sería utilizarlo para, no sé, solucionar la crisis económica, por ejemplo
A mi la duda que me corroe es cuánto se va a tardar en llamar «puto facha» o inteligente exhabrupto similar a quien lleve una bandera una vez acabada la memez ésta del fútbol.
Mi predicción es que si pierden la final, el mismo lunes. Y si no, el martes o el miércoles a más tardar.
Sea como sea, lo importante es que dejarán de dar por saco con los neanderthales en gallumbos esos a todas horas.
Amén a eso, hermano. Yo espero que pierdan la final, más que nada por ahorrar esos mileses y mileses de euros en primas, que digo que, estando en crisis, los vamos a necesitar para, no sé, construir hospitales y carreteras, ¿no? Claro que yo no entiendo de fúrgol…
Las primas, ?eh?
«Tengo una familia que mantener» (Iker Casillas, mileurista secreto)
¡Anda ya! Que le vamos a dar la receta del pulpo á feira a los boches, que no van a saber disfrutarla porque comen pescado de lata… ¡Indignante!
Además, ¿cuántos gallegos hay jugando en el barç… en la selección española? Pues eso: les llevamos una butifarra y que dejen tranquilo al pulpo ese, que bastante ha tenido recortando el CI medio de la población europea.
«S from Sputnik»
Muy adliano todo, pero después de Camacho hubo una oscura etapa con Iñaki Saez de director de Shield (digo, de selecccionador). Además, como no podía ser menos, la derrota de España frente a Corea del Sur fue en cuartos, como manda la tradición.
Oh, las primas, que paga la FIFA y los dineros de los sponsors, oh si, cuanto nos va a costar a los Españoles.
Cuanto jodido perroflauta
«siempre será recordado por ser el último entrenador del equipo nacional antes de que fuera un equipo ganador»
Ah, ¿o sea que lo de la Eurocopa de Portugal fue una gran victoria española?. Debe ser por eso que algunos nos identificaban últimamente con Grecia tan a menudo.
«además de por sus cercos en el sobaco»
Por eso yo siempre he pensado que es un mutante, es imposible que nadie sude tanto moviendose solo en unos 3 metros cuadrados, y sin morir deshidratado.
«Yo digo que las dotes de tan insigne animalejo se están desperdiciando,»
Desde luego, que lo fichen los de Planeta o Panini a ver si así ya no hay retrasos, anulaciones, y/o errores garrafales en el plan editorial de cada año.
Pues el pulpo tenia razón. Ahora tenemos que poner en las urnas de la comida el año en el que editaran «Onslaught Reborn»
Es fácil: putos fachas serán los que, cuando la gente deje de ponerse las camisetas porque hayan desteñido tras el primer lavado, sigan llevando la banderita en el reborde del polo lacoste y de fondo del reloj mientras presume de cuánto quiere a ESPAÑA! y de cuánto diner se ha llevado a un paraiso fiscal.