D de Domingo, D de Defensa: 37

(por Uriondo)
 
La imagen que nos acompaña esta tarde es, como todas las de su autor, un prodigio de composición que no siempre es valorado como tal por ciertos críticos intolerantes. "¿Por qué Rob Liefeld piensa que las armas tienen dos agujeros al final del cañón para que salten las balas?", discrepa algún opositor de la obra de Rob!. Muy sencillo, listillo. ¡Porque es MUCHO más lógico!

Todavía recuerdo, hace algunos años, cuando era obligatorio que los turismos tuviesen sólo un retrovisor. El otro era optativo. "¿Para qué diablos querría alguien un segundo retrovisor?", pensábamos aquellos que no estábamos dotados con el toque divino de la innovación. Sin salirnos del ámbito de la automoción ¿qué vehículo hizo popular a la Citroen? Efectivamente, ¡el dos caballos!. Una mente sencilla habría pensado que un coche debería sustituir sólo a un caballo.

Otto Octavio creía que con dos brazos no bastaba,  y nadie discutió a Stan Lee su dominio de la anatomía. Por supuesto que él sabía que las personas normales tienen sólo dos brazos. Pero las personas más que normales tienen todo el derecho a tener los brazos que les venga en gana.

De hecho, los incrédulos pueden comprobar cómo la industria armamentística de los EEUU ha aprendido las lecciones oportunas de Rob.


Se denuncia también el fondo amarillo y la iluminación. ¿Por qué los personajes se enfrentan al enemigo con un fondo amarillo y sometidos a una intensa una luz cenital? Es aquí donde nos encontramos con ese componente alegórico que convierte a Rob! en algo más que un simple pintamonas. El color amarillo es, en inglés, el de la cobardía, mientras que en España simboliza la mala suerte. Usarlo como fondo supone una constatación de que Rob! no teme a la superstición y nos recuerda que fue lo suficientemente valiente como para crear su propia empresa. Si contraponemos el color y esa luz ominosa con el brillante color rojo que domina de un modo u otro las indumentarias de sus protagonistas, nos encontramos con un tipo de dinamismo poco habitual en los tiempos que corren. Es fácil hacer como Frank Miller o Spielberg y enfatizar con un color sobre el blanco y negro. ¿Pero hacerlo en los 90? Amigos, eso no era nada fácil.

Por último, y no menos importante, hay que destacar el juego de palabras que nos deparan los nombres compuestos de nuestros protagonistas.

BloodShoot
DeathMate
YoungBlood
Blood4You

Es aquí donde Rob! demuestra su amor por las letras. No todo el mundo sabría aprovechar la aliteración del Blood como él. Nos recuerda al sonido de las burbujas de un refresco (blublublu). Es un sonido joven y vibrante con el que ganarse a la juventud.

Pero no acaba aquí su ejercicio literario. Aunque hay quien ha querido detectar algún que otro homoioteleuton en la obra de Rob!, yo difiero claramente de dichos postulados, al considerarlos equívocos, y creo más bien que el poder del fraseo típico de las locuciones de Liefeld está en su uso de la annominatio y, más concretamente, en el de los políptoton. Si Pedro Salinas recitaba "lo que queremos nos quiere, / aunque no quiera querernos", Rob! nos sorprende con un "This Bllod is For You at da Deathmate Red, BloodShoot and Youngblood".

Enjuago mis lágrimas de admiración y me despido por hoy, amigos de la obra de Rob!


(y en la próxima entrega…

)

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