Ponga una Gina en su vida

Esta historia está basada en un hecho real. Se han cambiado los nombres para proteger a los implicados en la misma. Tenga cuidado, esto mismo le puede ocurrir a usted.

Como cada año acudo a mi librería a comprar todas las novedades del salón y como cada año la pila de tebeos que cargo es enorme, de esas que como te descuides te da un tiro en la espalda cosa mala. Sin embargo este año cojo unos cuantos más, de esos que no pensaba comprar, tengo que lograr que la pila sea más y más grande. Me acerco tranquilamente a la caja y suelto todo el taco, bumm. El dependiente me mira y me dice «que, como todos los años» y repetimos la misma retahíla de siempre «este año parece que han sacado más» «es que te dejas una pasta» «estos de las editoriales se creen que somos ricos», mientras va pasando los códigos de barras por la pistola lectora. Seguimos hablando, yo disimulo, poco a poco va llegando al fondo de la pila, espero que no se de cuenta, espero que lo ignore.

– Vaya, te vas a llevar el de GINA.

– Más bajo, más bajo, por favor.

– ¿ Qué pasa, los compraba tu hermana y te los leías tú ?

– No, no, no es eso, más bajo por favor, que no nos oigan.

Pero ya es tarde, todos nos han oído. Así que no me queda más remedio que contarle mi vida al librero e intentar salir del paso lo más dignamente posible. Le digo la verdad: realmente no tengo recuerdo de haber leído un tebeo de Gina. Recuerdo haber estado con tebeos en las manos donde salía la chica de marras y pasar las páginas corriendo para seguir con mis aventuras de machotes. Sí, ya se que es complicado de creer, pero yo no leía Gina, yo la hojeaba a toda prisa. Ya, ya, claro, entonces, ¿ por qué te lo has comprado ? Esto… esto… por nostalgia, sí, eso, nostalgia. Es decir, que tienes nostalgia de algo que no has leído y que ahora quieres volver a leer, ¿ no ? Bueno… pues… no sé tío, quieres cobrarme de una vez y dejarme en paz. Sí, mi hermana se los compraba, un tebeo para chicas, ya sabes. Basta, basta, basta, cóbrate, quiero irme de aquí. Agacho la cabeza y salgo de la tienda con cara de vergüenza. Creí que no iba a salir de allí nunca.

Debería haber metido algún Kiss Comic o algún manga guarro en la pila de tebeos para intentar distraer la atención del librero. En fin, ahora tendré que leérmelo. ¿ Sentiré como mi lado masculino se siente amenazado y mi lado femenino toma el control ? Dios… ¿ por qué me lo he comprado ? Creo que sólo lo hojearé, como hacía en mi tierna infancia. Ay, que tiempos aquellos.

15 comentarios en «Ponga una Gina en su vida»

  1. Bueh,después de coger uno de los shojo mas pútrido entre los mas pútridos(Time stranger Kyoko) y varias cosas que no merece la pena ni comentar,mi librero tan sólo se descojonaría de mí unas 15 veces si cogiera Gina.

    Y me avisaría de los nuevos números entre mofas varias y gritos para que se enterara toda la tienda.

    A veces es mejor no tener confianza con tu librero amigo xD

  2. Mierda, justo iba a decir lo que jordojopo a dicho. En fin, tras analizar el texto dire que el comic en realidad no se llamaba GINA!

  3. He entrado en la Lambiek, a ver quién es Purita Campos… en mi ignorancia yo pensaba que era un gol-adlero, con ese nombre… Coño, pues va ser que no: ¡existió! (¿existe?).

    Eso sí, lo de poner nombres no era lo suyo: Gina, Tina, Nina… Supongo que Esther fue el resultado de tremenda melopea de Agua de Valencia, si no no se entiende; en condiciones etílicas normales la hubiera llamado Fina, Dina o Lina.

  4. Existió, existe, la está reeditando Glénat a todo lujo y se jartó de firmar tomos en el Saló. Para las madres y hermanas de los que hacían cola, claro.

    Espanishojo, se le puede llamar.

  5. Yo siempre había pensado que este tipo de cómics los hacían los pobres esclavos de estudios tipo «Los Profesionales» de Carlos Giménez y luego le ponían un pseudónimo al autor para que las lectoras se sintieran más cómodas. Mis disculpas a Purita Campos.

    Vamos, Pedro… todos sabemos ya por qué te compraste el tomo de Gina. No te preocupes, que lecturas para el onanismo más raras se han encontrado en otros cuartos de baño.

  6. Bueno, la cosa no es exactamente así: dejas el taco en el mostrador y luego te quedas una horita más trasteando por la tienda (y bienvenido eres, ya lo sabes) Y a mí me gustaban Esther y Gina, y Purita siempre me pareció dibujaba muy bien.

  7. Me ofrezco a comprar Ginas para todo el mundo a cambio de una módica comisión (pongamos unos 10 euritos de nada por volumen). El librero va a flipar de que me las lleve de quince en quince pero como soy una niña no me dirán nada… Es que este año hacienda me ha dado una lección de sodomía creativa y necesito fuentes de ingresos…

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