Claro.
Y es que hubo un tiempo en que cuando se hablaba de Conan no había que preguntar de qué Conan se trataba. Sólo había uno, el Bárbaro ( o como mucho dos, claro, el molón de Buscema y el mariquita prerrafaelita de Barry Smith). Algo muy distinto al que triunfa ahora.
Es extraño pensar que no hace tanto agitábamos nuestras melenas metaleras al viento en honor al musculado Cimmerio, y que cuando después del futbolín íbamos a casa de algún amigo a hacer los deberes de clase, esto es, copiar cosas de la enciclopedia (¡la era pre-wikipedia no fue hace tanto!), cuando uno decía "
Venga, saca la Espasa", siempre había el que contestaba "
¡Eso, la Espasa Salvaje de Conan!". Formaba parte del vocabulario, y más que un personaje era una forma de entender la vida, admirado de la misma manera que se admiraba al hermano mayor de aquel amigo que estaba haciendo la mili y se encerraba en su cuarto a fumar cosas raras y a leer
Conan. Y no eran mangas.
¿Cuándo se torció aquello, cuándo cambiamos? Adlo! tiene las respuestas.
Fue en el Salón del Cómic de 1995, con el fin del primer, que no único, volumen de la enciclopedia cimmeria. Con el final de la Espasa Salvaje de Conan.
En 1995 la molonidad en el tebeo se había extendido desde Image hasta las editoriales grandes, que sin comprender bien el fenómeno se esforzaban en imitarlo. Fruto de esto los editores de Marvel decidieron que el modelo del Conan de toda la vida no tenía cabida en los gustos del momento y decidieron darle cerrojazo para relanzarlo poco después tras el consabido remozado con brillos, sangre y dientes. Y esta decisión arrastró también a las ediciones en castellano del personaje.
La portada del número 171 que cierra esta etapa de la historia sentimental de una generación dice bastante. Músculo, chica, espada…y dientes, que era lo que el público entendido de la época demandaba. En portada se resaltaba también las 100 páginas (eso entonces era mucho), los autores españoles, una encuesta, y explicaciones sobre la próxima nueva etapa que iba a ser lo más.
Pero antes de todo eso estaban las historietas en sí, y antes de la despedida pudimos leer una historia al uso como tantas había habido, a cargo de la dupla clásica y eterna de Roy Thomas y John Buscema. Una aventura con el ritmo acostumbrado, el monstruo, la chica, el mago…lo de otras tantas veces antes, vaya, por lo que no es de extrañar que el personaje se despidiera de nosotros en la última viñeta…
…
bostezando.
Y es que se daba por claususarada una etapa, una época en la que este era un autor molón.
Tras esta primera aventura, se nos explicaba en que consistirían las nuevas aventuras en revista del personaje, en un artículo que no tiene desperdicio y deja bien claro antes y ahora las bases de la verdadera molonidad. Recomiendo su lectura atenta.
Ritmo trepidante, más acción y menos letra, todo un compendio de buenos propósitos para conseguir un producto atractivo.
Y tras el artículo hubo una segunda historieta que es bastante simbólica. Pues Roy Thomas se sacó de la manga a un adversario también cimmerio llamado nada menos que Grimm. Si, sí, suena mucho a aquello que tanto se decía de Grim and Gritty para definir precisamente a los tebeos de sangre y cuchillos. Y la característica que más llamaba la atención de Grimm eran…
…sus dientes ¿casualidad? ¡ja!
Teniendo en cuenta que Roy Thomas es un tipo de letra y de metáforas y eso, podemos suponer que quiso despedirse de la revista enfrentando a su personaje con la encarnación misma del molonismo noventero. Con su verdadero enemigo fuera de las viñetas.
Y es una jugada que le podría haber salido bien si el dibujante no hubiera decidido plasmar a Conan con barba de diez días, que era lo que molaba entonces.
Tras esto, llegaba el momento de presentar el material propio, que podía ser (o no) la base del futuro del personaje en nuestro país. Por ello, a modo de abrir el apetito nos mostraron a tres autores de estilos bastante diferentes. Teníamos por una parte a Juan Román Cano y su dominio de las luces y sombras.
Tres propuestas a cada cual más apetecible, el futuro con el nuevo material americano y el que se pudiera producir aquí pintaba bastante bien, en la editorial (Planeta, por cierto) parecían tener las ideas bastante claras…o eso parecía hasta que poco antes de terminar la revista el lector se topaba con lo que ya se avanzaba en portada, con una encuesta para conocer sus gustos y tratar de publicar de acuerdo con ellos. Es decir, que en realidad podía hacer muchas cosas, pero ni idea del camino a tomar.
Ayer mismo nos hablaba Sark de lo peligrosa que es al gente que comenta en Internet. Lo mismo pasaba entonces con los zumbados que escribían a los correos de los lectores, o ¡peor aún! se tomaban en serio las encuestas, se tomaban su tiempo en contestarlas y luego envíaban las respuestas por correo postal. Si dejas que tu política editorial la marque los que contestan estas cosas terminarás teniendo un problema.
A partir de aquí, todo va bastante rápido, termina saliendo una nueva revista de La Espada Salvaje. Con más Grim, más Gritty y más dientes en el logo.
¡Dientes!
En el cuarto número, crossover con el Ultraverso de Malibu.
Y la aventura terminó en el número 10, en una portada cuyo diseño recuerda a la de aquel 171 de la primera etapa.
Habían vuelto
Thomas y
Buscema, otro especial de 100 páginas, se volvía a hablar de autores españoles, de una nueva etapa
made in Europa…pero ni esta vuelta a las raices bastó para levantar la publicación, cuyo personaje en la portada había perdido la sonrisa y la chica, dejando solamente una mueca de amargura. El cierre del segundo volumen simplemente constataba algo que ya se veía venir cuando terminó el primero, el de verdad. Que los tiempos estaban cambiando y que comenzaba a aparecer una nueva generación que cuando hablase de Conan se referiría a otra cosa.
Y podéis pensar que esto son batallitas seniles, pero pensad por un momento ¿sabéis que ahí afuera ya hay lectores que no han conocido un Universo DC anterior a Flashpoint? ahí lo dejo.