Jimmy Corrigan, el tebeo más triste del mundo
Hace tiempo comente en este mismo foro la no publicación por parte de Planeta del Jimmy Corrigan y las posibles causas de ello. Como al César hay que darle lo que es del César, y en el pasado Saló Planeta cumplió su parte del trato, que menos que cumplir yo la mía y comentar este tebeo ya con el ejemplar en las manos. Sí, ya sé que desde el salón han pasado unos cuantos días, pero es que este tipo de tebeos hay que leerlos en frío, con mucha calma y paciencia, y a ser posible en días negros y lluviosos.
La lectura de Jimmy Corrigan ha sido algo extremadamente duro. Es un tebeo denso, duro, crudo, y en ocasiones bastante desesperante. Reconozco que en varias ocasiones tuve tentaciones de coger el tomo y estampárselo en la cabeza al mismísimo Chris Ware por contar una historia tan deprimente con unos protagonistas absolutamente patéticos. Otras veces, sin embargo, me quedaba absolutamente maravillado ante la destreza gráfica que se mostraba en las páginas y ante los experimentos visuales que el autor se dedica a hacer por doquier.
No quiero decir con ello que todo el interés de este tebeo se apoye únicamente en la parte del dibujo, sólo que Ware le dedica tanto mimo al dibujo, a la composición de página que uno no puede evitar perderse entre las viñetas y olvidarse un poco de que va la historia. El peso de la parte gráfica es abrumador, y en bastantes ocasiones uno parece encontrarse ante un tratado de diseño gráfico más que ante un tebeo. El diseño del propio tomo, con esas sobrecubiertas desplegables y esas “contracubiertas” formando parte de la historia, da a indicar que la atención que se ha puesto a este tipo de detalles ha sido más importante que la que se le ha puesto al desarrollo de la historia en sí.
Tengo que decir sin embargo, que el interés por leer la trama no decae en ningún momento. Después de acostumbrarse a la parsimonia de algunas páginas y a los cambios brutales de tiempo y lugar de otras, la historia se sigue sin ningún tipo de problemas llegando a causar ciertos problemas de ansiedad porque ves que el tema no avanza y estás deseando que de una vez por todas se resuelvan algunas de las fobias que acosan a los protagonistas. Porque esta obra está llena de seres patéticos que viven situaciones patéticas y que te arrastran a esa sensación de desesperanza y agobio que presiden sus vidas.
Puede que la historia intente mostrarnos en algunos momentos ciertos rayos de esperanza en el horizonte, pero una y otra vez cae en ese pesimismo que parece ser el elemento central que preside toda la obra. Tengo incluso la sensación, de que el final, que intenta decirnos algo así como “siempre hay un rayo de esperanza”, está puesto un poco porque Ware no sabía acabar la obra con otro mensaje que no fuera: “es imposible caer más bajo”.
No es una obra para todos los públicos, el precio de la misma (30 euros en la versión española) ya discrimina lo suficiente para que la obra vaya dirigida exclusivamente a las personas que pueden apreciar este tipo de tebeos. La temática, el típico slice of life (pasa la vida, como diría una presentadora de televisión) está destinada para un tipo de paladar diferente al que acostumbra poblar las librerías. Así que, por mucho que te digan que esta obra es la leche en verso, que lo es, si este tipo de historias no te van, no te acerques a ella ni por asomo. Si buscas otra cosa diferente a lo que lees habitualmente no puedo más que recomendartela, ya que es un libro lleno de muchísimas emociones.
En cuanto a la edición decir que chapeau para Planeta y para Jaime Rodríguez porque la han clavado. Así es como se tienen que hacer las cosas, sí señor. Mi reconocimiento para el trabajo bien hecho.
Hay que reconocerlo, Jimmy Corrigan ha pasado a la historia de los cómics, con motivos fundados, pero, ¿ es el tebeo que queremos mostrar a las generaciones futuras ? No lo sé, pero es un tema interesante para otro día.
Etiqueta: Chris Ware
Bajo el mar
De lo que yo venía a hablar es de las grandes posibilidades de la historieta como medio, sobre su rápida evolución desde sus orígenes y cómo en la actualidad parece que hayamos llegado a una especie de pico asintótico en el que las obras de referencia mantienen unos estándares de calidad elevados pero sin que hayan ya grandes saltos cualitativos, como si quedara poco margen para seguir avanzando, como si ya estuviéramos rozando los límites, un poco lo que va sucediendo con los records en el atletismo, cada vez más duros de arañar algunas centésimas o centímetros.
Ante esto alguno me podrá decir que sí hay propuestas rompedoras que innovan y que atraviesan el techo de cristal, e invocarán a la caja de los sesenta euros, la última ocurrencia de Chris Ware.
Estas cosas demuestran que cuando te has hecho el nombre puedes hacer lo que quieras que tendrás público. Ante esto, solamente recordar el poco calado que tuvo La Última Obra Maestra de Aaron Slobodj (no me miréis de esa forma ¡se titulaba así!)
O el ejemplo más cercano de Paco El Miércoles Tricicle Mir ¿cómo es que esto no voló de las librerías las pasadas Navidades?
El tercer avance en la industria fue técnico. Una vez llegados a la cumbre en guión y dibujo, los comic-books siguieron evolucionando gracias a los avances en la tecnología del color. El coloreado informático de las planchas permitió dejar atrás los puntitos y producir en masa brillos metálicos, más y mejores explosiones, y una ilimitada paleta de gamas cromáticas que convulsionaron nuestras retinas para nuestro epiléptico regocijo.
Y el cuarto avance, también ligado a la informático, vino con la rotulación mecánica.
De acuerdo que aplicada sin criterio resta alma a la obra, pero no puede negarse que gracias a ella han conseguido crearse nuevos efectos. Los bocadillos llameantes cuando habla la Antorcha Humana, por ejemplo, desde finales de los años noventa (desde los Heroes Reborn, concretamente). O las letras nórdicas con puntitos que emplea Thor en sus declamaciones. Los quebraderos de cabeza que trajo Straczynski al fandom cuando hizo que una moza de buen ver susurrase algo en microscópica tipografía a una criatura del averno, las vueltas que le dimos a algo…
Lo que nos lleva, ahora sí, al mar.
A ese inmenso universo interior, tan cercano y al tiempo tan alieno, tan poco tratado en historietas a menos que hablemos de personajes anfibios capaces de respirar y hablar bajo el agua. Porque cuando se entra en el medio acuático la posibilidad de conversar se elimina y por eso es necesario recurrir a argucias del tipo "Antes de salir del submarino tomad esta pastilla que os permitirá respirar y hablar bajo el agua" para que nuestro héroes puedan seguir entreteniéndonos con sus conversaciones. El mar es una fuente de misterios ¿qué criaturas la habitan? ¿cuan evolucionadas están?
¿
;De dónde (se) ha sacado Aquagirl ese tridente?
Así que le estuve dando vueltas a eso ¿cómo representar el habla subacuática? creía que los avances modernos deberían permitir algún tipo de efecto que aunque sofisticado fuera posible y..
…y todo eso, hasta que una vez más volví a darme cuenta de que todo está inventado, basta con revisitar con frecuencia los clásicos.