Las de Caín

A poco que navegueis por las redes habréis visto algunos de esos videos cuadrados con subtitulitos explicativos y buenrollistas en los que sucede algo que nos conmueve y nos hace sentir mejores personas. Ese violinista profesional de la Filarmónica que se colocó unos harapos y se puso a tocar en el metro. Poco a poco la gente va parando a escucharle y vemos sus reacciones. El hipster que sonríe, la pareja que mediobaila, el chiquillo oriental adoptado que deposita unas monedas, la anciana impedida que fuerza su parkinson para encestar unos billetes, las palmas de la buena gente multicolor que la aplaude, los subtítulos en tonos claros que lo van narrando… y como al final se destapa el pastel, el músico se desenmascara, todos le reconocen (obvio, como a todo famoso intérprete filarmónico) y se llevan las manos a la boca emocionados, algunos se abrazan, otros graban, y al final el dinero colectado se destina a una buena causa para el planeta. Fin. Dale click a Me gusta.

En muchos de ellos se les da una pátina culta diciendo que se trata de un Experimento Social. Esto es un poco como llamar Novela Gráfica a los tebeos. Si a alguien le graban con un engaño se podría mosquear, a menos que se le convenza que en realidad ha sido incluido para participar en un Experimento Social. Es que suena muchísimo mejor que «Cámara Oculta», que con esto sí que se molestaban.

También hay experimentos sociales en otros campos, entre ellos el de la historieta. Y Chelsea Cain es un buen ejemplo de un experimento social.

Con ese aire a lo Pilar Rahola tenía que ser polémica por narices

2016. Con más de media docena de novelas publicadas, esta escritora se decidió a dar el salto a los guiones de historietas. Sencillito, simple y bien pagado, se pensaría. Je.

Total, que esta mujer, acompañada por Kate Niemczyk, también mujer, a los lapiceros, se pusieron con las andanzas del personaje femenino Pájaro Burlón, y aprovechando toda la confusión de aquella época por la estrategia de potenciar el Chicaverso, la caracterizaron como una mujer fuerte, independiente y segura. Lo que viene siendo feminismo. Y aunque el público comiquero medio no se opone al mismo en pequeñas dosis (y son más de llamarlo igualdad), el exceso empacha. Demasiado feminismo, tenía aquello. Así que ocho números duró.

A ver, que no se entienda mal, os lo explico, chicas. Todo tiene su sitio. Coherencia, que se le llama. Tenemos nuestras costumbres y hay que respetarlas. Y entrar a trapo en el recinto de Stan Lee y hacer que las mujeres se comporten de una manera diferente a la que el Creador del Universo Marvel estableció chirría demasiado. Saber estar es una virtud ¿a que bien explicado se entiende? de nada.

La Chelsea se despidió además de la serie con una portada, dibujada por otra mujer, cuyo único objetivo era provocar.

Y si vas provocando, que te contesten significa que has tenido éxito. Y vaya si lo tuvo. Pero ya se sabe cómo aceptan las críticas este tipo de mujeres, de manera que como la serie ya estaba cancelada dio un portazo de la única manera que pudo.

Cerrando su cuenta de twitter. Ahí os quedais, falocéntricos.

2018. Las dos tipas se lanzan a un nuevo Experimento Social. Esta vez bajo el paraguas de Image Comics. Más de autor, menos de disimulo. Este va de que una mutación vírica afecta a la población manifestándose en que las mujeres se convierten en animales rabiosos felinos y agresivos cuando menstruan. Como en la vida real, vaya, pero además con transformación física. Y si hablar de reglotes y de mujeres no era suficiente, el título es para enmarcar.

Porque no hemos llegado a verlo en castellano, que a ver si se quedaban con el nombre sin traducir o lo titulaban «Locas de Otoño«.

Estais empezando a oler las antorchas ¿verdad? machitos ofendidos, egos lastimados y todo eso ¿eh? pues ¿sabeis que sucedió al principio?

Nada.

¿Y más adelante?

Tampoco.

Publicar fuera de las Dos Grandes es lo que tiene. Menos foco mediático.

Y pasaron los números, y los meses, y las lunas, y los periodos, y los temas femeninos, y las mujeres, y los cuerpos, y las transformaciones, y al final ¿sabeís quién se terminó enfadando con esto?

Integrantes del colectivo transgénero.

Porque Chelsea Cain mucho hablar de mujeres por aquí y por allá, que si se transforman porque menstruan, pero ¿y qué pasa con las mujeres con pene? ¿se transforman o no? de no hacerlo, estariamos ante una autora que ha creado un virus bastante excluyente, pues no incluye a todo el espectro mujeril. Y si es menstruación lo que desencadena el proceso ¿afecta también a los hombres con vagina? ¿entonces porque lo limitaba en su explicación a las mujeres (sin pene)?

Todo esto ha sucedido. Y Cain ha sido señalada en las Redes como una TERF (Trans-exclusionary Radical Feminist). Costó un poco más (nueve números) pero lo ha vuelto a conseguir. Chelsea ha asegurado que concluirá la historia con otros tres números, pero entretanto…

Sí, había vuelto a ponerse un twitter…

Moraleja Social: no intenteis ubicar a nadie en un único colectivo. Todos somos más de una cosa: hijos, hermanos, amigos, concebollistas, omnívoros, futboleros, marvelitas… Así que incluso errando el tiro conseguirás ofender a alguien.