John Byrne es un artista en evolución constante: lleva cuarenta años de carrera buscando la forma de trabajar cada vez menos. Vamos a repasar algunos de los hitos de su trayectoria
1977: Empiezan a desaparecer los fondos de algunas viñetas. Total, para qué: el lector ya sabe dónde están los personajes, el resto es estorbar a la narrativa
1981: Deja la Patrulla-X para ahorrarse tener que discutir los argumentos con Claremont y se pasa a Los 4 Fantásticos, donde él se lo guisa y él se lo come. Durante esta etapa el artista canadiense descubre que si en vez de dibujar a lápiz y entintar después dibuja a tinta directamente todo es mucho más rápido
1983: El número 6 de Alpha Flight contiene una pelea de dos personajes blancos en una ventisca de nieve. Sí, muchas risas, pero Byrne se ahorró dibujar cinco páginas y parte de otras dos. Años después repetiría el truco en Hulka, incluso echándole más morro aún
1990: Byrne descubre la rotulación por ordenador antes que casi nadie, con lo que a partir del 8 de Namor deja de escribir sus frases para el rotulista Ken Lopez y las escribe directamente sobre las viñetas
1999: John Byrne se centra en hacer tebeos ambientados en el pasado o fuera de continuidad, con lo que ya no está obligado a leer los tebeos de los demás
2005: Byrne alcanza el zen del dibujante. ¿Currárselo? ¿Para qué?
2006: Qué raro, mis tebeos ya no venden como antes. Viviré de hacer dibujos por encargo a fans nostálgicos con pasta
2013: El más reciente paso en su evolución, adelantando por la derecha a Greg Land. ¿Para qué dibujar si puedes poner bocadillos sobre fotografías?
Eso sí, trabajar menos no le hace ir más rápido: el canadiense solo ha publicado media docena de fotonovelas de Star Trek en tres años, una nadería si lo comparamos con el Byrne ochentero de las cien páginas al mes. Y es que ser un gandul conlleva mucho, mucho trabajo