
Valencia, 1991. Un joven (aunque menos que ahora) se dirige al dependiente de un quiosco callejero.
-Dispense, afanado autónomo ¿me puede pasar ese ejemplar que tiene ahí arriba de Guimi laiberti?
–¿LO QUÉ?
-El tebeo de ahí arriba, el de las letras verdes…

-Toma, chaval (aunque menos que ahora).
-Muchas gracias.
-Jo, cada vez le ponen nombres más raros a estos tebeos.
Esta vivencia, algo dramatizada, está basada en hechos reales. Hoy día aquel quiosco ya no existe (gracias, Google Street View), apenas quedan, y raros son los que todavía manejan tebeos. Pero no puedo dejar de preguntarme, si las cosas hubieran sido de otra manera…

…qué hubiera dicho el hombre si algún día alguien le pide que le baje el Dar Naits Dez Metal Leyens of de Darc Cnaits. El de las letras blancas.
La últimas veces que he ido al puesto ha sido así.
Por cierto, conozco a muchos que pronuncian ufanos «Merol» en vez de «Metal».
Claro, no se traducen los títulos como se hacía en los tiempos goriosos de Vértice…