Luz y Magia Industrial

¿Conocisteis La Guerra de las Galaxias? antes la llamaban así.

Lei en alguna parte, posiblemente próximo al estreno de La Amenaza Fantasma, que el conjunto de la obra debía ser considerada como un retablo tríptico. En ellos la vista y el orden de interpretación se dirigen inicialmente al corpus central, para pasar luego a la izquierda, donde se narran escenas anteriores, y finalmente a la derecha, siendo esta la parte futura. Es por esto, decían, que la obra comenzó a ser contada en su cuarto episodio, dando a entender con esta elipsis que había detrás toda una gran historia a la espera de ser contada. Lo cual, narrativa y económicamente, ahorraba muchas horas de metraje explicativo que podían ser sustituidos por una ristra de textos.

La primera tanda de la Obra fue pues el acto central, con su planteamiento, su nudo, sus interacciones, y su desenlace abierto. Una obra básicamente autoral pero que supo enganchar a crítica y público. Aventura y estilo. Una narración que podía haberse quedado ahí, contentando a todos y dejando un legado de interpretaciones y la aparición periódica de nuevas ediciones con mejoras técnicas.

Pero si algo funciona en la industria del entretenimiento debe explotarse hasta la saciedad, el público es voraz y debe ser alimentado con nuevos estímulos. Así que años después, cuando ya parecía que el acto central sería la Obra completa, comenzaron a mostrarnos la parte izquierda del retablo. Una nueva palabra comenzo a establecerse en nuestro vocabulario: precuelas.

Realizadas con oficio, sí, con con personal competente, de acuerdo, pero faltas en cierta medida de un motivo o una finalidad. Sabíamos a dónde iban a llegar, y lo que se nos iba a contar había quedado sugerido en el acto central. Todo lo demás, relleno. El visionado de las precuelas supuso pues un acto casi automático de reconocimiento al acto central. Tuvo sus momentos, pero no dejaba de ser deudora de la trilogía anterior. Si acaso introdujo algunos elementos heréticos que no venían a cuento y que misa prefiere olvidar. Cuando hay tanto metraje que rellenar pasan estas cosas.

Sucede después un nuevo parón y nuevamente parece que la Obra quedará finalmente así, en forma de díptico, lo cual tiene su sentido pues se consiguió un final bastante acertado y poco más se podría hacer con aquella trama y personajes a estas alturas. Peeero las ruedas del marketing siguen girando y la posibilidad de completar el tríptico siguen ahí. Más pronto o más tarde, acabaría sucediendo. Y si la industria huele dinero, sería pronto.

No se contaba con el autor original, pero esto no preocupa al estudio. Son otros tiempos, otros gustos, otro público. Demonios, algunos ni siquiera habrán conocido el acto central de tanto que hace que fue estrenado. De manera que dejando claro que todo esto al final es un negocio, dejan la parte derecha del retablo a manos de un asalariado de la industria, un afamado fabricante de blockbusters. Así funcionan las cosas ahora. Todo a su favor, nada puede fallar.

El tercer bloque de la saga se convierte pues en un éxito inmediato, pues auna al público nuevo y al nostálgico. Pero si bien el acto central supuso en su día un gran avance respecto a todo lo que se ofrecía en aquel momento, el producto que ahora se ofrece es comparable, y a veces indistinguible, de otras ofertas contemporaneas. Hay artificio y espectacularidad, pero cuando se rasca, poco hay bajo la fachada. Un producto sin mensaje guiado por la comercialidad y que de llevar a alguna parte será a añadir más páginas todavía al retablo, ya que la historia no debe terminar nunca mientras el público siga pasando por taquilla. La ilusión se convierte en automatistmo, de acuerdo, pero los billetes siguen siendo de curso legal. Hazlo con desgana si quieres, pero pasa por caja. Y mientras lo hagas seguiremos inventando algo.

Total, que yo venía hoy para hablar de El Reloj del Juicio Final, y no sé bien cómo me he liado con otras cosas…

2 comentarios en «Luz y Magia Industrial»

  1. No, si todavía falta un episodio más. Aunque a estas alturas a la gente ya le da igual.

    (¿De qué franquicia estábamos hablando, que se me ha vuelto a olvidar?)

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