Toda tebeoteca que se precie debe tener un lugar pensado para los tebeos de dimensiones especiales.
Y en mi caso, ese rincón va a acoger en breve a un nuevo inquilino.
X-Men Grand Design, un tebeo de gran formato pero diseñado precisamente para ahorrar espacio.
¿Cómo es eso? pues porque se trata de un proyecto en el que Ed Piskor, artista alternativo y flipado, planea homenajear los primeros 30 años de historia de los X-Men, haciendo una narración lineal de aquellas aventuras.
¿Y por qué justo 30 años? pues porque digamos que es la parte que necesitaba un arreglo, una puesta al día. A partir de entonces todo comenzó ya a molar.
(aunque hoy les cambiaría el diseño de los cuellos)
Así, en vez de recopilar todo aquello en una docena de voluminosos Omnigolds escritos y dibujados por catorce mil personas distintas, se tiene todo seguido y hecho por el mismo artista. Todo uniforme y lineal.
Esto de la linealidad es importante ¿acaso hay algo más enervante que un retcon de una historia que te obligue a reordenar episodios si se quiere tener todo seguido? pues Piskor toma la historia completa y coloca los pasajes perdidos en el sitio que les corresponde cronológicamente, de forma que el lector tenga las piezas de información donde y cuando corresponde, nada de engaños.
¿Todo, todo, todo, completamente ordenado? digamos que salvo cierta excepción de una cosa que aún no queda claro cómo se resuelve, sí.
Por todo lo demás, se tiene la historia conocida, ordenada y completada con detalles interesantes, como por ejemplo cuando los malos son excarcelados y reclutados por la siguiente banda que amenazará a los mutantes.
Claro, documentado y en un mínimo espacio. Todo son ventajas.
Pero que quede claro ante todo que esto es una obra de amor de Piskor hacia los tebeos y juguetes de su niñez.
Aquellas historias que le inspiraron no sólo a rotular letras rotas como las que salen en Savage Dragon o proyectos vintage, sino que le impulsaron a hacer sus primeros dibujos, como muestra el documento gráfico aportado por su buena madre (todas las madres son buenas, pero una que no termine tirando los dibujos es una muy buena).
El cariño que destila la obra se comprueba nada más pasar de la portada.
Y el detalle de no obviar a ninguno de los autores que nos regalaron esos 30 años de aventuras que ahora recrea para el lector actual.
Y cuando digo que no obvía a ninguno, es que no obvia a ninguno.
Sucedió, recordAdlo!
Y en algún momento Ed Piskor lo recreará.
Pero ¿qué estilo de música tocan esos jóvenes dotados?
Pues sí que parece una obra digna de tenerse en la estantería