El veranito siempre nos da tiempo para encontrar maravillas escondidas en nuestra siempre creciente pila de lectura. Joyas escondidas entre les tebeos que vamos acumulando a lo largo del año a la espera de ese período de asueto en el que aprovechamos para dedicarnos con fruición a deleitarnos con nuestro amor al medio del cómic. Eso me ha pasado a mí este año al encontrarme, entre todo el montón de cómics, con el TPB de Atlas: The Uranian.
Un paperback que contiene la miniserie del mismo nombre publicada por Marvel. Claro que no es la miniserie la joyita escondida de la que hoy os quiero hablar. Porque, como la miniserie son tres números con los que la Marvel no puede justificar los 20$ que cuesta el tomete, la Casa de las Ideas tiene a bien obsequiarnos con una reedición de varios tebeos protagonizados por el personaje protagonista, El Uraniano, antes conocido como Marvel Boy.
Una pequeña colección de tebeos de los años 50 que nos permiten admirar como eran de GENIALES los tebeos en aquella gloriosa época perdida. Todos y cada uno de estos tebeos son un placer absoluto, pero la historia del Marvel Boy #1, que constituye la primera aparición del personaje, tiene sin lugar a dudas una relevancia especial.
La histotia comienza con un misterio, para atar al lector al tebeo desde el primer momento. En el Atlántico Sur, entre maremotos, olas y demás cataclismos marinos, todo un continente emerge desde las profundidades del mar…
…atrapando en su superficie un barco pirata que pasaba por ahí, capitaneado por un personaje peculiar y ciertamente ominoso, el Conde Varron, quien no duda en reclamar los derechos de descubrimiento para proclamarse dueño del nuevo continente, así como de los recursos naturales y demás tesoros que pudiera contener.
Evidentemente, la aparición del nuevo continente y la declaración del Conde Varron se transforma en un flash informativo que no sólo da la vuelta al mundo…
…sino que llega hasta el mismísimo Urano, donde el evento preocupa en demasía a Matthew Grayson, un científico que desapareció misteriosamente de nuestro mundo en 1934.
El profesor Grayson no duda en convocar ante sí a su aguerrido, apuesto y valiente (porque hay que tener valor para lucir esa combinación de slip paquetón y capa) hijo Bob, aunque ello suponga prescindir dolorosamente de la presencia de su estimado Denga.
Y sí, Denga lleva falda. Y es que este tebeo de los años 50 es tremendamente avanzado en el terreno de la libertad sexual, al menos para los estándares de la época. Como os he dicho, este tebeo rescatado por la Marvel es una auténtica obra de arte que debería estar en todos los museos del cómic habidos y por haber.
Es en este momento cuando los autores del cómic, el dibujante Russ Heath y un guionista cuyo nombre se ha perdido en el limbo del tiempo, tienen a bien contarnos el origen de nuestro protagonista, Bob Grayson, un hombre cuya historia comienza cuando su padre, espeluznado por la violencia del tiempo de entreguerra y acongojado por la defunción de su esposa y su hija en uno de los rifirafes entre nazis y aliados, decide hacer lo que cualquier padre de familia sensato haría en tiempo de guerra: construir un cohete, meterse en él con su hijo y lanzarse al espacio. Y dicho y hecho. En un arrebato de autosuficiencia digno de la mentalidad de los tiempos del bueno de Ike, el buen profesor Grayson se monta su propio cohete ÉL SOLITO y abandona el planeta sumergido en belicismo…
…sólo para llegar hasta Urano, donde la visión de sus habitantes le hace exclamar "Esto es como un sueño".
…Y es que la visión de un mundo los hombres llevan falda animan profundamente al bueno del profesor Grayson hasta el punto de saber que ha llegado al sitio al que llamará hogar. Resulta admirable la valentía con la que los autores nos narran abiertamente una salida del armario, a pesar de la que le estaba cayendo a mundillo del cómic a principios de los 50, que cuatro años después el fatídico Dr. Wertham aprovecharía para vender un montonaco de libros y hacerse imprescindible en cualquier tertulia radiofónica (para nuestros lectores más jóvenes, haremos una analogía que puedan entender: como la Esteban).
Siguiendo con la historia, el profesor Grayson está preocupado porque la aparición del nuevo continente pueda crear una nueva guerra mundial, como aquella de la que huyó, provocada por el interésde los diferentes países en las riquezas recién aparecidas. Y ni corto ni perezoso, demuestra su valentía. ¿Volviendo al planeta a poner paz? No, porque él está ya muy viejo para aguantar un viaje tan cansino…
Los hombres de Varron reciben al bueno de Bob como es de esperar en hombres que se han criado entre el terror y la desconfianza de los tiempos de guerra: a tiros…
Y es que los Uranianos, y nuestro Marvel Boy en particular, conocen la verdad sobre la inocuidad de la radiación atómica, más allá de las extremistas falacias con las que los ecologistas y demás izquierdistas intentan asustarnos incluso a día de hoy.
Tras neutralizar a los hombres de Varron, Marvel Boy decide dejarlos sueltos mientras él busca al bosnio Conde Varron. Pero por el camino se encuentra con los auténticos dueños del continente ahora llamado Varronlandia. Unos simpáticos y afables seres acuáticos masculinos que comparten con los uranianos la afición por acariciarse entre ellos y el gusto por los shorts muy cortos y ajustados, y con los que nuestro protagonista siente una afección inmediata.
Pero Varron no está dispuesto a dejar que estos seres desviados le arrebaten su nueva fortuna. Y es que esta es una historia trascendente, que nos habla de avaricia, de violencia… y muerte.
Aterrorizados por la violencia que plaga el mundo de la superficie, los paisanos deciden volver a sus grutas y esconderse de los humanos. Y ni un minuto demasiado tarde, ya que (un poco porque sí) ése es el preciso instante que elige el continente para resquebrajarse y volverse a hundir en la profundidades del océano…
¡¡¡AVIV LEVRAM YOB:EHT NAINARU!!!
¡¡¡¡ AVIV SURR HTAEH !!!!
¡¡¡¡ AVIV OMINÓNA !!!!
Claro, porque usted siendo como es sólo ha ido a fijarse en esas falditas que dejan entrever esos suaves y torneados muslos masculinos de tensa piel que apenas oculta acerados músculos potentes como pistones hidraulicos que… que… ¿de qué estaba hablando?
Ah, si, que distraido por la titilante exhibición de carne viril y masculina no se ha fijado en la frase CLAVE de la historia: «Bosnia, the land of my birth, has not existed for over 30 years». Pues en realidad nos encontramos ante una devastadora metáfora sociopolítica sobre la historia del conflicto humano y una visionaria advertencia sobre el futuro derrumbe de Yugoslavia, fragmentada y hundida como el fugaz continente que un pobre expatriado osó bautizar como Varronlandia.
Más aún. Camuflado sibilinamente bajo la acertada predicción de hechos futuros se encuentra una demoledora advertencia (que lamentablemente cayó en oidos sordos) sobre el futuro conflicto hebreo-palestino, con esos exiliados decididos a tener una tierra que llamar hogar incluso aunque sea a costa de arrebatársela a seres que, a ojos occidentales, son raros cual peces.
?Uraniano? ?O uranista?
Me hace gracia leer la frase «una tierra pertenece siempre a sus habitantes originales» en un cómic americano… Me pregunto que pensarían los indios de ella…
¡¡¡AVIV OY!!!
Sería más divertido aun si la frase la dijera un español…
Solo una duda: es un comic de verdad de los 50s o uno de esos retrocomics que se hacen de vez en cuando imitando el estilo? Es que parece más de DC que de Marvel, la verdad….
Bravo.
Solo me extraña una cosa ¿nadie ha hecho el chiste de ‘Uranus’?
Cómo se nota que es verano.