El co-creador solitario es muy capaz de hacer cosas que a la gente normal ni se le pasarían por la cabeza

AVISO IMPORTANTE

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La Oficina de Valores Familiares Adlianos me obliga a informar (porque otros pueden colgar aquí posts sobre la violencia y la eutanasia, pero ayyyyy amigos lo que pasa cuando el valenciano enseña cuatro cosas de esas que se ven en cualquier….bueno, casi cualquier, falla…y en fin ya no tanto, pero más por la postura que por otra cosa, el caso es lo mismo ya lo pillareis), me obliga a informar decía que el post que viene a continuación atenta contra toda los valores familiares habidos y por haber, puede resultar molesto para niños, padres concienciados, novias, mujeres que no leen cómics en general, algunas mujeres que leen cómics pero poco, oyentes de la COPE, y un largo número de colectivos y personas.

En serio, este post no está recomendado para menores que tengan sus padres cerca, ni adultos que estén en el trabajo. Su visionado sacado de contexto puede cabrear a tus jefes, escandalizar a tus compañeros, e impedirte ligar con la chica de administración que viene todos los días a preguntarte si te quieres tomar un café porque en realidad quiere otra cosa, pero tú aún no te has dado cuenta.

De verdad, toda esta parrafada está meramente diseñada para que si no estas solo en la intimidad de tu casa, que es donde la Oficina de Valores Familiares Adlianos cree que deberían realizarse todo acto íntimo pues todo queda entre tú, tu pareja y tus vecinos si las paredes son muy finas, cierres este post ahora mismo y te vayas a otros blogs con mucha más gracia hoy por hoy como Jotacé, Land of Espoilers o La Cárcel de Papel.

Respeta nuestros consejos y ayuda a crear un entorno laboral, normal, sano y respetuoso como el de la oficina de Mad Men.
 

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Alan Moore es uno de esos creadores, dígamoslo de una vez por todas, especiales. Puede hacer obras tan reivindicadas por esta sociedad como Violator o Supreme, y luego perder el tiempo con gafapastadas como Watchmen y V de Vendetta o hacer historias insulsas con Superman con argumentos tan absurdos como "a Superman le regalan una planta por su cumpleaños" o "Clark Kent se corta con un papel y se va al campo a pasar la tarde" (joder con los 80 colaba cualquier cosa). Con una trayectoria tan irregular como la suya y esa manía de no afeitarse, no sería de extrañar que en el futuro a Alan Moore no se le recuerde tanto por sus obras como por su afición a montar broncas.

Así es, de sobra es conocido por todos que Alan Moore se ha enfadado con todo Cristo, se enfadó con Marvel, varias veces además, se enfadó con DC, se enfadó con Hollywood ( y daba igual que le cambiaran la historia de arriba a abajo a lo LXG o que fueran tan respetuosos como en Watchmen, Alan Moore se cabreaba, y además a lo PAM! cargando contra cosas que aún no había visto). El estado natural de Moore es enfurruñado y así hay que quererle.

La culpa no es suya, claro está, es de los demás que no le comprenden y le tienen manía porque es británico. Pero claro también hay que tener en cuenta que el chico tiene mala suerte. Como cuando afirmó que nunca trabajaría para DC, se fue a ABC, y Jim Lee, que es un quería-ser-ROB!-en-lugar-de-ROB!-pero-nunca-domine-el-arte-de-ponerle-dientes-a-las-cosas cogió y vendió el estudio a DC. Moore se mosqueó, y más cuando volvieron a tocarle algunas cosas y decidió que se llevaba sus personajes de The League of Extraordinay Gentlemen (bueno es un decir porque suyos, suyos no eran) a otra editorial, aunque antes, por aquello de irse como un señor dejaría una novela gráfica (que es un cómic que se ofrece en tomo autocontenido que es como un tebeo pero del que han hecho una película) para despedirse de ABC, DC y el resto de chicos y abogados de Time Warner. El legado de Moore se llamó League of the Extraordinary Gentlemen Black Dossier.

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Black Dossier se presentó en dos ediciones, normalucha y Absolute, y en mi último viaje a Dublín sólo se encontraba el Absolute.
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Un absolute con caja, marcapáginas y

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¡¡¡Solapas!!! que son muy importantes, porque en ellas

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Se encuentran las gafas 3D que hacen falta para la sección final del cómic.

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Si eres de los que están temblando pensando en la asociación de palabras "Efecto 3-D", "escáner", "packager español" (alguna razón habrá para que el Batman 3-D de Byrne no lo haya reeditado PdA cuando cumple los altares standares de calidad de Planeta ("Sale Batman" + "lo Editó Zinco")), no debes sufrir porque este cómic no parece que vaya a llegar nunca a tu librería, porque en su afán de hacer las cosas bien, bien, en su despedida de DC Alan Moore se apresuró en coger algunos personajillos cuyos derechos de autor, al menos en Europa, siguen vigentes.

Y es una pena porque Black Dossier es el sueño de cualquier packager, incluye tres tipos de papel distintos, distintos tamaños de folio en el mismo tomo

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Y un inglés de esos fáciles, fáciles de comprender.

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Las posibilidades que se abrían en una edición española eran inmensas. Pero lamentablemente no parece que vayamos a verlas por aquí pronto.

Pero centrémonos en la obra de nuevo, imaginate que eres un cocreador de cómics enfadado con el mundo que vas a despedirte del conglomerado internacional que hace películas horribles sobre tus personajes. ¿Como te despedirías? Alan Moore lo tuvo claro, se despediría por la puerta grande dándole a los chicos de Warner todo lo que el público americano adora.

Prosa:

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Prosa:

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Y más prosa:

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Unas 45 páginas de prosa, y algo más de 20 sin dibujo ninguno (pero da igual todo el mundo sabe que 24 páginas se leen en cinco minutos que lo dicen siempre por internet).

Pero como no sólo de Prosa vive el lector de cómics americano le dio otra cosa importante a su novela gráfica: ¡¡SEXO!!!

Con animales
 

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Como animales:

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Con Voyeurs que se encuentran las cosas de repente

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Con voyeurs más organizados

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Vamos, lo normal en cualquier cómic mainstream estadounidenses, de esos que los vendedores de Iowa reciben con alegría y colocan en el mejor lugar del escaparate. De hecho Moore se esforzó tanto, tanto en esta novela que hasta grabó una canción para la misma que debería ser grabada en vinilo y vendida junto al Absolute, pero los malvados tipos de Time Warner no la editaron finalmente dejando el precio en algo más de unos míseros 90 dólares (aunque en algunas tiendas dublinesas se puede conseguir a mitad de precio porque en las islas sí que tienen claro que el tebeo sin el disco perdía mucha de su gracia).
En resumen, la gran despedida de Moore de los chicos de Time Warner que sólo los derechos de autor nos impide disfrutar en España.¡Que pena!

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