Manel Fontdevila y el chiste del perro

Imaginemos que tú, querido lector, eres uno de esos considerados «profesionales» a los que Ficomic manda a principios de año el papelito para proponer a los mejores autores y obras del año anterior de cara a las candidaturas de los premios del Saló de Barcelona. En realidad apenas pudiste leer nada del año pasado, la pila por leer alcanza una altura peligrosa y el propósito de Año Nuevo de aligerarla está diluyéndose. Pero eso no impide poder ir rellenando, ya que tampoco nadie sabe los resultados de la primitiva o de la quiniela cuando la echa (excepto, tal vez, en Italia). Todo va fluido, algo de Prado, uno de Solis ¿Giménez sacó algo nuevo? y de repente te topas con la categoría temida: Mejor guión.

Porque un «mejor guión» implica en cierta forma citar al «mejor guionista», por lo que vuelve a surgir la eterna cuestión de ¿tantos guionistas tenemos en España? en la práctica si alguien sabe dibujar y quiere hacer un tebeo, no suele buscarse a nadie que por escribir unas letras vaya a compartir las hipotéticas ganancias, de forma que se suele improvisar y aprender sobre la marcha. Y luego el tebeo español no vende porque no hay guiones consistentes, y no hay guiones consistentes porque no hay ventas suficientes como para mantener un nivel de profesionalidad suficiente. Y no hay ventas porque…un círculo vicioso que sólo se puede romper desde el punto de vista de nuestra desorganización: Los dibujos molan, las letras no (aunque hay que aclarar que esto ha sido escrito antes de descubrir el trabajo de Marcello, y nuestras convicciones comienzan a tambalearse).

En esta disyuntiva, el profesional encuestado siempre tendrá un comodín al que aferrarse: Manel Fontdevila.

¿Y eso? pues porque no hace falta haber leído nada del año sobre el que se pregunta, ya que Manel habrá publicado algo. Porque Manel publica en El Jueves cada semana. No te invalidarán el voto por un tecnicismo. Llegados aquí uno se podría preguntar por qué no salen entonces más candidatos a Mejor Guión desde El Jueves, con lo fácil que sería. Pero eso, ejem, mejor lo dejamos sin contestar.

Fontdevila lleva desde hace una década larga el guión y los dibujos de La Parejita, la supervivencia compartida entre Emilia y Mauricio viviendo en pecado. Admito que en un principio sus páginas me parecían siempre la misma derivación del chiste del perro Mistetas, que leído doce veces seguidas puede llegar a cansar. Es uno de los inconvenientes de esas recopilaciones tipo Pendones del Humor, que si no se dosifica su lectura empacha. Lo mismo sucede, en mayor medida incluso, con la otra sección que escribe, la de Para Ti Que Eres Joven.

Y por ese cansancio de creer que iba a leer otra vez lo mismo dejé la compra y lectura de La Parejita unos cuantos tomos. Orina Culpa. Hasta que un día en que el síndrome de abstinencia pegaba fuerte entré a por una dosis nada más y nada menos que a un quiosco. Sí, era domingo y estaba desesperado. Y pillé uno de La Parejita, Pegamento Pasión. No sabía si era actual o no. En los estantes de los quioscos el tiempo se detiene, las revistas de autodefinidos llevan el precio en euros con una pegatina. Lo que sí tengo claro es que eso de llamarlos «Nuevos» cuando ya llevan 50 publicados quiza empiece a sobrar.

El perro Mistetas seguí ahí, agazapado, y tarde o temprano te lo volvías a encontrar, quizá presentado de otra forma, pero detectable. Desde la última vez que lo lei había tenido tiempo de inventar chistes nuevos y de combinarlos de muchas maneras. Pero esa sensación de pillarle el truco a los gags fue lo que me cogió desprevenido cuando pasé la página y me encontré con esto:


Me quedé extasiado ante esta viñeta como un minuto sin parpadear. Es sublime. Lo es porque resume en pocos trazos todo lo que es la vida en pareja, al tiempo que rompe la cuarta pared e implica al lector en su interpretación.

Supongamos, amigo lector, que eres varón. Si es así, tu interpretación de la escena habrá sido: «Pobre hombre, ahora que por fin ha encontrado un momento para descansar va ella y lo atosiga poniéndole mala cara ¿por qué a él? ¿por qué ahora? ¿no puede ser luego?«. Y será una interpretación correcta.

Pero si eres lectora o le pasas la imagen a alguna fémina, su mente procesará algo como «Miralo que cabrón, ahí tumbado mientras ella se mata trabajando con las cosas de casa«. Y será una interpretación correcta.

Y esto, amigos, es La Vida.

Un mensaje que puede interpretarse de forma distinta en cada lector. Un chiste de un perro. Un homenaje velado. Son por cosas como estas que Manel Fontdevila seguirá estando muchos años abonado a ese ranking de candidatos a los premios de Ficomic.

Y cada vez que lo vuelvo a ver me gusta más…

8 comentarios en «Manel Fontdevila y el chiste del perro»

  1. No hay para tanto pero vaya, a mí me pasa con los Simpsons, cada vez me río más!!! cuando veo un capítulo de los Simpsons por 2.333.333.333.888.888.820.000 vez ( gracias sres de Antena3!!! ) es que me troncho…

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